Los bancos, esa lacra para la sociedad


La crisis del ladrillo y sus afectados están alzando sus voces pidiendo ayuda. En esta ocasión son las asociaciones de bancos y cajas de ahorros españolas las que claman al Gobierno por medidas que garanticen la liquidez del sector financiero. Proponen al Estado que use el Fondo de Reserva de las Pensiones para hacer frente a la crisis, un fondo que se creó para garantizar las pensiones de los trabajadores españoles.

Con esta noticia me he despertado. Me senté delante del ordenador aún un poco dormido, pero cuando leí esto el sueño se me quitó de golpe, me saltaron hasta las legañas. Vamos a ver si me aclaro. Los bancos nos chupan sin ningún tipo de miramientos hasta el último céntimo. Además generalmente sus beneficios ascienden a cifras astronómicas, ¿comparten esos beneficios con nosotros? La respuesta es un claro no. Son empresas privadas y por tanto los ingresos se los guardan para ellos. Como el Estado a fin de cuentas somos nosotros, los ciudadanos, no veo por qué deberíamos financiar a los bancos, ¿para qué? ¿Para que sigan engordando y ensanchando sus billeteras, mientras nosotros somos cada día más miserables? Yo creo que no.

Vivimos en un mundo en el que para comprarte una casa debes convertirte en un esclavo durante años, y los bancos con sus hipotecas son tus dueños. Ellos abren la mano y si no les das lo que quieren no dudarán en quitarte lo poco que tienes, ellos son el amo y te violan cuando quieren. Así nos pasamos la vida, como esclavos trabajando sin parar, y cuando llegamos a la vejez, la cual esperamos ansiosos porque soñamos con que al fin podremos hacer eso que nos gusta, ser más libres, vivir la vida que durante tantos años nos fue arrebatada, nos encontramos con unas jubilaciones tan miserables que si sobrevivimos ya será un logro. Y ahora vienen estos hijos de puta de los bancos, ¿y nos quieren quitar incluso ese miserable montoncito de nada que nos queda? Yo es que cada día alucino más con este mundo en el que nos ha tocado vivir.

El Estado tiene que servir a quienes lo mantienen, los ciudadanos y no a los intereses de empresas privadas que cuando todo les va bien ni se acuerdan de que existe, y que tienen unos beneficios que comprenden cifras con tantos ceros que produce vértigo tan sólo mirarlo.

Que financien su crisis con sus beneficios, que para algo son empresas privadas. El resto de personas, que se montan una pequeña empresa, cuando vienen las vacas flacas también se tiene que aguantar, y tirar de lo que tienen, porque no les va a ayudar nadie. Pues los bancos lo mismo, que se las resuelvan con lo que tienen, que tienen demasiado. Y el dinero de las pensiones, ni tocarlo.

La aberración de las semillas Terminator


Las multinacionales están incorporando una tecnología capaz de esterilizar las semillas. Esta tecnología conocida como Terminator, consiste en producir semillas incapaces de reproducirse o que sólo pueden hacerlo mediante una sustancia química propiedad de misma empresa. La tecnología Terminator facilita el control absoluto de la alimentación por parte de las multinacionales y pone en peligro la autonomía, la seguridad y la soberanía alimentaria de campesinos, consumidores y, en definitiva, de todos los pueblos. Esto es una aberración, y no debemos permitirlo. Terminemos con las semillas Terminator.

La desmesura de las personas


La desmesura con la que las personas consumimos me fascina desde el punto de vista de observación analítica de mi especie, pero a la vez me repugna porque creo que si no incurriésemos en tantos excesos el mundo sería un lugar mejor.

Llevo tiempo diciendo que la situación actual, el modelo económico sobre el que se sustentan los pilares de nuestro mundo actual, no podrá sostenerse mucho más tiempo. Si miramos atrás en la historia podemos darnos cuenta que ante las crisis graves o el estancamiento, generalmente se ha llevado a cabo un cambio drástico o una guerra de proporciones apocalípticas.

Después de la Segunda Guerra Mundial el mundo resurgió, las personas estaban contentas porque la situación económica estaba en pleno auge, la mejora de la calidad de vida era sorprendente y las nuevas generaciones superaban con creces el nivel económico y poder adquisitivo de sus padres. Hasta los años 70 aquello se sostuvo y era lógico, había todo un mundo por reconstruir y mejorar, pero llegó un momento en el que este modelo fue en declive, de ahí que la situación fuera empeorando y que ahora estemos a las puertas de una crisis que marcará con total seguridad un antes y un después.

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Un enfrentamiento ardiente: Starbucks contra McDonald's


Starbucks vs. McDonald's

Se está gestando un enfrentamiento entre Starbucks y la compañía de comida rápida por antonomasia, McDonald’s, ya que ésta última parece querer aprovechar la disposición de los consumidores a pagar 4 dólares por un café para instalar 14.000 máquinas para hacer café espresso en sus diversos puntos de venta de comida basura. Mientras tanto, Starbucks, cuyas ventas han experimentado un cierto retroceso, se defiende con la estrategia de «si no les puedes vencer, únete a ellos» ofreciendo sándwiches calientes para el desayuno y ventanillas drive-thru en algunos de sus locales.

Este enfrentamiento llama la atención ya que, en principio, cabría esperar que los consumidores en uno y otro establecimiento son dispares, y por tanto el uno sería realmente un competidor para el otro. Prácticamente son apreciados como polos opuestos por muchos. Los Starbucks son concebidos como una especie de sofisticada sala de estar en la que beber un café decente mientras lees el periódico; los McDonald’s por el contrario son vistos como cajas de plástico y vinilo, fluorescentes que alumbran el establecimiento con una luz chirriante y donde las comidas servidas se cuentan por miles de millones. Cabría preguntarse por tanto si realmente estos dos mundos pudieran colisionar. ¿Si McDonald’s creara su propia versión del latte desnatado, atraería a los consumidores de Starbucks?

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Dos mundos diferentes separados por una frontera


Dos mundos

Ya se dice que una imagen vale más que mil palabras, y en este caso esa afirmación es totalmente cierta. Ver la diferencia entre dos mundos, separados por una frontera y lo que hay a un lado y al otro de la misma es sorprendente. Parece el típico juego de buscar las siete diferencias, pero en este caso no hay retoque fotográfico, ni tampoco es una imagen dibujada con errores para que sean descubiertos por el lector, es una fotografía real de la frontera entre Estados Unidos y México.

Por cierto, Estados Unidos es lo que está a la izquierda y México por tanto está a la derecha. Esto aunque en un primer momento pueda sorprender a algunos, una vez lo pensamos nos daremos cuenta de que los mexicanos se acercan a la frontera, pues quien vive allí quiere estar más cerca del vecino rico, mientras que los norteamericanos quieren estar lo más lejos posible de su vecino pobre, y de ahí las distribución tan contraria en una parte y en la otra.

[tags]Estados Unidos, México, frontera[/tags]

La historia de los Shmoos


A continuación voy a reproducir de forma resumida algunas cuestiones de un texto de un seminario en torno a Erik O. Wright titulado Desigualdad y clases sociales. Comenzaremos por esclarecer algunos conceptos para fundamentar la comprensión partiendo de un mismo punto teórico.

El concepto de «estructura de clases» es sólo un elemento del análisis de clase. Otros elementos conceptuales son la formación de clase, la lucha de clases y la conciencia de clase. La tarea del análisis de clase no es simplemente la de entender la estructura de clases y sus efectos, sino también las interconexiones entre todos estos elementos y sus consecuencias para otros aspectos de la vida social.

Formación de clases es la formación de actores colectivos organizados en torno a intereses de clase dentro de una estructura de clases; lucha de clases es la lucha de estos actores organizados colectivamente en torno a sus intereses de clase. En cada uno de estos casos, hay que tener una definición de estructura de clases para poder especificar completamente los otros conceptos.

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Paseando por las tiendas estrenando ropa


Lo he denunciado en diversas ocasiones, vivimos en un mundo tan sumido en el consumismo que ya no paseamos por calles y paseos sino por centros comerciales y tiendas, ir de tiendas es un pasatiempo, queremos novedades constantes, novedades que dejan de serlo en el mismo momento que están en la bolsa y abandonamos el establecimiento donde las hemos adquirido.

Estrenamos la ropa mientras vamos de compras buscando prendas nuevas que llevar mañana. Si lo llevan los famosos lo queremos tener. Aunque creemos ser más libres que nunca es todo lo contrario, estamos esclavizados hasta cotas insospechadas. Esclavos del consumo, de la moda, de la aceptación, de la imagen, creemos que en ello está la felicidad, y al ver que la supuesta felicidad que nos proporcionaría lo que está en la bolsa no dura más que unos escasos segundos, prácticamente imperceptibles, la prevemos en nuestra siguiente compra, pero en ella tampoco estará.

En una ósmosis casi perfecta las empresas dedicadas a la moda nos han impuesto un modelo, nosotros lo hemos aceptado e incluso lo hemos magnificado generando ahora una presión mayor sobre las empresas, y estas encantadas con ello, fomentan este nuevo modelo, enviando ropa nueva semanalmente o incluso dos veces en semana a sus tiendas para saciar nuestra desmesurada ansia por estrenar y consumir. El capitalismo fomenta este tipo de comportamiento, este tipo de adicción, la falta de control que siempre beneficia a un colectivo concreto, el de los empresarios, que hacen un buen negocio con nuestra esclavitud y nos esclavizan aún más. Somos esclavos del deseo de lo inmediato, y por tanto también de lo caduco, porque lo inmediato tiene una fecha de caducidad inminente, prácticamente instantánea.

Por este deseo descontrolado, del que caemos presos, nos endeudamos para adquirir «cosas» que no nos dan la felicidad, y así somos aún más esclavos, esclavos en busca de la felicidad en el lugar equivocado, abocando nuestra vida a la miseria y al fracaso emocional más obsceno, todo ello patrocinado por nuestras grandes marcas preferidas.

Yo no creo que este mundo de usar y tirar sea un mundo deseable, yo no creo que este consumo desmesurado sea coherente, y tampoco creo que nuestra obsesión por lo nuevo nos lleve a nada bueno, vivimos en un mundo remarcadamente superficial, en el que la ignorancia campa a sus anchas y en el que mientras cada vez somos un poco más esclavos nosotros nos preocupamos tan sólo por consumir y por sumirnos en un estado de ausencia mental, en el que nuestras preocupaciones se reducen a suplir tres o cuatro necesidades muy básicas y poco más, en definitiva una existencia «estupidizada» y lamentable.

[tags]Capitalismo, consumismo, esclavitud, moda, ignorancia, felicidad[/tags]

Deslocalización e idiomas


Progresivamente las grandes empresas están cerrando sus servicios de atención al cliente en España, llevando a cabo despidos masivos para así deslocalizar este tipo de servicios y reubicarlos en Latinoamérica. Esto es inaceptable por muchas razones, la primera es que se están eliminando un montón de puestos de trabajo en este país y un montón de gente esta siendo despedida. Son este tipo de cosas las que me hacen odiar el capitalismo este voraz en el que vivimos subyugados. Otra razón importante es que este tipo de acciones suponen que todos nuestros datos han de ser transferidos a las centrales en Latinoamérica, este flujo de información tampoco me simpatiza, y supongo que si la gente fuera más consciente de ello tampoco les haría demasiada gracia.

Las cuestiones hasta ahora mencionadas parecen bastante obvias, por ello creo que no requieren un mayor análisis porque ya los habrán hecho otros y además considero que todos estaremos de acuerdo en que la deslocalización en general, y en este caso particular que aquí tratamos, es una de las consecuencias más detestables del capitalismo.

En lo que quiero centrarme ahora es en una cuestión idiomática. En España hay varias regiones que tienen junto al castellano otra lengua oficial como son en Catalunya el catalán, en Galicia el gallego y en el País Vasco el euskera. Supongo que aún cuando los servicios de atención al cliente estaban en España si alguien quería ser atendida en cualquiera de estas lenguas lo tenía complicado, corríjanme si me equivoco, pero apostaría algo a que esto era así, aún siendo también lenguas oficiales en sus respectivas regiones. Ahora con estas deslocalizaciones imagino que ya nadie sabrá atender a las necesidades de los usuarios catalanes, gallegos y vascos en su idioma si estos así lo desean. Esto es una cuestión que puede parecer que no es tan grave, pero sí que lo puede ser para muchas personas, sobre todo gente mayor que a lo mejor siempre habla en alguna de las lenguas citadas y al querer explicar el problema que tiene se ve obligada a hacerlo en una lengua en la que le cuesta más hacerlo. Si a esto le sumamos que la forma de hablar de aquí y la de determinados países de Latinoamérica también tiene diferencias notables la comprensión puede complicarse bastante.

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Black Gold


Black Gold

Buscando una imagen para el post del café etíope y su disputa con Starbucks me encontré con el póster de una película que quisiera compartir con ustedes. Es un documental acerca del comercio internacional del café. El café, que mueve al año 80 billones de dólares, según la página oficial de la película, convierte a éste producto en el más valioso después del petróleo.

A pesar de ello, mientras nosotros pagamos por nuestros cortados, capuccinos y demás cafés, los agricultores reciben una miseria a cambio de generar la materia prima que hace posible todo lo demás. Esta injusticia incluso ha llevado a que muchos de estos agricultores tuvieran que abandonar sus tierras.

Les dejo por tanto sin más rodeos Black Gold, un documental que nos mostrará una vez más la cruda realidad, una realidad en la que una mayoría es explotada por una minoría y ésta se ve obligada a malvivir mientras esa élite que los explota no tiene que reparar en gastos. Muy triste, injusto y a la vez jodidamente real.

Black Gold

[tags]Café, Black Gold, documental, Nick Francis, Marc Francis, agricultores, explotación, capitalismo, injusticia[/tags]