Supongo que todos estarán al tanto del revuelo que se ha generado por el nombramiento de la nueva Ministra de Cultura Ángeles González-Sinde. Yo creo, igual que comenta Pablo en su blog, que es un poco desmesurado todo esto de los banners y los grupos en Facebook pidiendo una dimisión a las pocas horas del nombramiento. Está claro que por los comentarios de la ahora ministra, se intuye que ocupa el cargo con un claro prejuicio hacia internet y la comunidad que hay en torno a la red de redes. Por otra parte, quienes pusieron el grito en el cielo desde un primer momento tampoco parecen responder a una actitud demasiado objetiva con respecto al tema que nos atañe. Creo que aún conociendo las ideas que en el pasado ha manifestado González-Sinde, habrá que ver qué cosas propone ahora que ocupa el cargo de Ministra de Cultura. Porque tampoco hay que olvidar que, al menos si quiere ser coherente, que vamos a pensar, al menos por ahora, que querrá serlo, que es bien diferente ser presidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, que ser Ministra de Cultura. Aunque también es cierto que la coherencia no es algo que se lleve hoy en día en política. De cualquier forma, no creo que González-Sinde sea peor que otros personajes que han sido y serán Ministros de Cultura.
Que la clase política no tiene ni idea de internet creo que es algo en lo que estamos todos de acuerdo. De hecho estamos viendo que ha tenido que con los años que lleva la red con nosotros, no es hasta ahora cuando algunos políticos se están intentando adentrar en este medio de forma muy tímida, hay excepciones, pero en líneas generales, las clases dominantes, no solo políticos, medios de comunicación, empresarios y demás le tienen un miedo espantoso a internet. De hecho siempre ronda por la cabeza de estos grupos la idea de controlar internet, de poner barreras, de limitar esto y lo otro… Estas ideas para internet son como si los políticos de hoy en día aún pensaran como los reyes de la Edad Media.
También está claro que los políticos en la actualidad tienden a estar más cerca de ciertos grupos que de otros, y desgraciadamente los ciudadanos somos los que generalmente salimos peor parados de las decisiones que toman los políticos, que parecen casi siempre más interesados en beneficiar el empresario que al trabajador. Sobre todo en la actualidad da la sensación de que tras un aumento de las libertades, volvemos a los tiempos de las imposiciones, las limitaciones y el control. Es como si en vez de permitirnos madurar como sociedad, dejar que nos convirtamos en adultos, traten de mantenernos en un estado infantil de forma artificial, porque a fin de cuentas es mucho más fácil mantener controlados a una masa infantiloide que a personas críticas, con ideas propias y que no está dispuesta a obedecer órdenes que no necesariamente sean positivas ni coherentes. Es como el famoso dicho de los adultos cuando replican a sus hijos diciéndoles que a los mayores no se les contesta.
Yo estoy de acuerdo con Casciari y con Pablo en cuanto a la remuneración de los creadores. Mientras vivamos en un sistema capitalista, yo no tengo problema con que la gente trate de ganar dinero con lo que crean. El problema está en los precios desmesurados que tiene la cultura en la actualidad y las restricciones cada vez mayores que se imponen al acceso a la misma. Y creo no equivocarme si digo, igual que lo hace Casciari, que la mayoría de las personas estamos dispuestas a que los creadores sean remunerados por lo que hacen, lo que no estamos dispuestos es que nos roben y tampoco a que traten de restringirnos cada vez más, en cuanto al acceso a la cultura. Estoy dispuesto a pagar una cantidad X por ver una película, escuchar un álbum de mi artista preferido, leer un libro, pero si lo hago, quiero poder hacer el uso que me plazca de dicha obra. Lo primero es que quiero un fácil acceso a la misma, y luego quiero poder copiarla, verla donde yo quiera, cuando yo quiera y sin anuncios anti (la mal llamada) piratería.
Cabe destacar otra idea, y es la de los intermediarios. Los intermediarios son personas o entidades que cobran por estar en medio, hacen algo, pero generalmente no aportan nada sustancial, simplemente se interponen entre el creador y el consumidor, colocándose en dicha posición de una manera hábil y explotándola al máximo. Cuando no existía internet, era difícil prescindir de estos intermediarios, sobre todo porque sin ellos el eco que podías generar era mucho menor. En la actualidad, con internet como herramienta de difusión, una persona puede perfectamente prescindir de intermediarios, puede plantarse en la red, colocar en ella su creación y convertirse en una estrella. Ya no necesitas que alguien grabe tu música en un CD, tu película en un DVD o imprima tus ideas en un libro de tapa dura. Ahora puedes grabar tus canciones y ponerlas en la red, incluso usando servicios gratuitos. Y puedes hacer una difusión de tu música por todo el mundo.
Está claro que internet permitiría, prescindiendo de los intermediarios, reducir drásticamente los precios de la cultura. Si a ello le sumamos que ya no se requieren soportes físicos, y que la difusión de un trabajo puede ser mucho mayor que por las vías hasta ahora habituales. Esto significa, que gracias a internet, sería posible que los consumidores pagásemos un precio muy bajo por acceder a la cultura, y este precio iría íntegramente al creador, de forma que ganaríamos ambas partes. Es evidente que a los intermediarios, que tienen mucho poder, esta idea no les gusta nada, y no están dispuestos a perder esta batalla sin una buena lucha, pero al final no tendrán ninguna oportunidad.