Cazando inmigrantes


Racial profiling

Hace unas semanas iba en el metro de camino a una entrevista de trabajo. Al bajarme en Cuatro Caminos, mientras recorría los pasillos de la estación de metro para salir a la superficie, me encontré con al menos cuatro policías custodiando las dos entradas que convergían en el pasillo por el que andaba. Me extrañó su presencia allí y pensé que había ocurrido algo.

Pero a medida que me acercaba a ellos, observé que pedían documentación a algunas personas que entraban o salían por una de las dos entradas. Dado que tenía prisa esperaba que no me parasen. No quería llegar tarde a la entrevista. Mi sorpresa fue que cuanto más me acercaba más evidente era que a los únicos a los que pedían la documentación era a aquellos sujetos que por su aspecto físico parecían sudamericanos, africanos y árabes.

Por si no fuera suficientemente vergonzosa esta acción, la forma en la que los policías se dirigían a las personas a las que paraban era bastante arrogante, incluso irrespetuosa. En inglés hay una forma de referirse a este tipo de acciones que alude perfectamente a lo que comprenden: racial profiling.

Lo más llamativo es que se lleve a cabo esta práctica claramente ilegal de forma tan descarada y a la vista de cualquiera. ¿Acaso es el color de piel indicativo de estancia ilegal o actividad ilícita?

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No te pierdas la vida


Mientras tú te deprimes yo me hago más fuerte. Mientras tú ahogas los días en el fondo de un vaso, yo alimento mi mente con conocimiento. No me gusta aniquilar neuronas, prefiero mimarlas para conservarlas. No tartamudeo, hablo con seguridad porque hablo de lo que se y escucho cuando desconozco. Me sobra autoestima, no es arrogancia, es la vida que me ha hecho inmune a la estupidez.

Para mi nada ha sido fácil. La historia me ha obligado a ser un guerrero. Probando aleaciones para construir la armadura perfecta. La empuñadura de mi espada está hecha a medida. Me cansé del abuso, de pelear contra la ineptitud. He experimentado demasiadas veces la violencia del rechazo. El dolor del engaño. He derramado demasiadas lágrimas por repartir altruismo en un mundo plagado de egoístas. Pero de las semillas del dolor han brotado árboles de troncos imponentes y ramas robustas.

He experimentado demasiadas veces la soledad como para temerla. Desde niño lleno libretas con cartas para mi, es una conversación que se sucede durante décadas. Doy cada paso con firmeza, no me achanto. Pero sigo humilde, porque soy consciente de mi desconocimiento.

Me levanto cada día como si fuera el último. No quiero ver que pasan los días sin valorar la unicidad de cada uno. No quiero atenuar el dolor con sustancias para mendigos emocionales. Solo el que aguanta la caída más dolorosa sabe valorar la carcajada más sincera. Todo lo que siento es real, sin intermediación.

Antes sufría cuando descubría que mi amistad no era correspondida de la misma manera. Ahora se que siempre seré el que más sentimiento pone en la vida. Vivimos en un mundo de avaros, por eso tampoco son generosos con los sentimientos. Demasiado cortés para una sociedad que considera obsoleta la cortesía. Pero me niego a dejar de lado los valores que valoro. Puede que sufra más que el que pisa con la arrogancia que otorga el desprecio más absoluto. Nadie dijo que fuera fácil. Pero aún confío en que puedo contagiar a otros. Mientras el mundo siga envuelto en este mantón oscuro yo seguiré rasgando la tela para hacer pequeños agujeros que dejen entrar la luz.

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Arrogancia nuclear


Nuclear no gracias

Me obnubila la gente que sin estar a sueldo del lobby nuclear defienden esta energía con una agresividad pasmosa. Tras el terremoto y el tsunami, cuando la catástrofe de Fukushima aún estaba en su fase embrionaria, muchos plasmaron su arrogancia sobre el papel. Aquello no era razón para criticar la energía nuclear decían, afirmaban que utilizar Fukushima era manipular un evento que a pesar de su gravedad no tendría mayores consecuencias. El tiempo cordialmente les ha negado la razón y así, con la misma arrogancia, les ha arrojado a la realidad.

Muchas veces me he enfrentando al comportamiento altivo de quienes aludían a la absoluta seguridad de la energía nuclear. Cuando precisamente en esa necesidad tan extrema de seguridad comienza a dilucidarse el problema. Y no solo es la peligrosidad de la propia industria nuclear, sino también de sus residuos, cuya longevidad y costes de almacenamiento, otra vez por las extremas medidas de seguridad que requieren, la abocan a la aberración.

Fueron muy rápidos en decir que Fukushima no es Chernóbil, a las nucleares nunca les ha gustado la mala prensa, pero por más que se empeñen nunca han conseguido deshacerse de ella. Invierten millones en generar una imagen positiva y tenía la sensación de que últimamente estaba haciendo mella en la población; veía mucha gente ajena al entorno nuclear que se estaba doblegando a su utópico idilio de energía infinita y seguridad absoluta.

Zas en toda la boca. Menos de un mes más tarde Japón sitúa a Fukushima al nivel de Chernóbil. ¿Y ahora dónde quedó esa arrogancia? Intentaron suavizar lo que estaba ocurriendo, pero finalmente la realidad trágica se ha abierto paso. Ahora no solo se equipara la catástrofe nuclear con la ocurrida en territorio soviético, sino que se teme que la fuga radiactiva pueda superar la de Chernóbil.

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Han vuelto los Malviviendo


Malviviendo

Conocimos a los Malviviendo por primera vez hace ya algún tiempo. No creo equivocarme al decir que todos quedamos asombrados con la calidad de la serie y del esfuerzo y el trabajo que invirtieron los responsables. Malviviendo es una pequeña joya que se ha ido puliendo con creatividad, humor gamberro y la ilusión de un equipo que firma con mucha profesionalidad el trabajo final.

Después de un parón debido a otros compromisos laborales, los Malviviendo regresan con una segunda temporada que comienza en Gran Canaria. De esta manera conocemos un poco más al protagonista y además nos ofrece una buena dosis de humor que aporta la particularidad de algunos aspectos tan característicos de las islas y de la visión estereotipada de quien viene de fuera.

Yo les auguro un futuro de éxito a los Malviviendo, tanto con la serie como en el resto de trabajos que hagan, porque al final el ingenio, la creatividad y el trabajo bien hecho reciben su recompensa.

Si aún no lo han visto, no se pierdan el primer episodio de la segunda temporada de Malviviendo.

Ikea, una sustitución absurda


Beddinge Lövås

En el sistema capitalista, las cosas ya no se arreglan. Se sustituyen. Esto es una obviedad. No les estoy descubriendo nada nuevo. Lo que les quiero exponer con un ejemplo es cuando esta sustitución se torna tan absurda que se me antoja incomprensible.

La semana pasada mi novia y yo compramos un sofá cama Beddinge Lövås. Una vez armado, descubro que una de las tablas del somier que conforma la estructura del sofá está mal. El problema era que las diferentes capas de madera que componen la tabla estaban algo despegadas y al sentarte hacía un ruido un poco molesto. Además me hacía sospechar que dicha tabla no aguantaría mucho tiempo. Y al cabo de pocas semanas sucumbiría acompañada de un buen crack.

Llamo al servicio de atención al cliente de Ikea y les comento el problema. Sin ponerme trabas o inconvenientes me dicen que en un par de días me cambiarán las piezas. Pero como soy consciente de que vivimos en un mundo surrealista, les pregunto si lo que me van a traer es solo la tabla, o si por el contrario me van a traer toda la estructura de un sofá. La teleoperadora duda y luego me dice que tiene que preguntarlo. Esto ya era mala señal. Lo suyo habría sido que cuestionase mi pregunta «absurda» y me respondiese que, lógicamente, solo me traerían la tabla, que era lo que estaba mal. Pero obviamente eso no fue lo que pasó.

Después de un rato de espera me comentan que no lo saben. Ya el día que me lo vayan a traer, sea lo que sea eso que me vayan a traer finalmente, los del servicio de transporte me dirán si he de desmontar el sofá o si por el contrario solo me facilitarán la pieza que necesito.

Llegado el día, me llaman por teléfono. Era el del servicio de transporte para decirme que en unos cuarenta minutos estarían en mi casa. Como no me dice nada más, le pregunto directamente si lo que me traen finalmente es solo la tabla o el sofá completo. La respuesta es: solamente la tabla. Cuelgo el teléfono gratamente sorprendido y les espero. Sigue leyendo

Palabras vacías


Palabras vacías

De lo que dicen no te creas nada. Las palabras despojadas de significado. Grandes conceptos tan vacíos como toda esa gente que corre sin saber a donde. Malditas ratas. Movidos solo por puro egoismo, hacia el olor del queso envenenado.

Apretón de manos, sonrisa dirigida al objetivo. Pero cuando los flashes se apagan, ahí te quedas. En la oscuridad. Mucha parafernalia: acuerdos, contratos, datos, presentaciones, todo aire. A la hora de la verdad se fosilizan. Rígidos. Brazos cruzados, mirada perdida en otra dirección. No importa lo fuerte que grites, el sonido no atravesará el vacío.

Los grandes ideales. Sodomizados. Libertad, justicia, paz, amistad, amor… solo palabras. Vacías. Esparcidas en conversaciones y escritos, pero sin un fundamento real. Todo se ha relativizado en torno al beneficio propio. Los valores se improvisan, las palabras se manipulan, se doblegan según conveniencia.

Las palabras bien conjugadas emocionaban. Describían el amor y enamoraban a quien las leía. Compartían emociones. Otorgaban sentido a las vivencias. Ya no tienen ese poder. Ahora sólo se utilizan aquellas que se prostituyen, por desesperación. Obligadas a seducir a las masas para comprar un montón de cosas que no necesitan.

Nada importa ya. Lealtad te abandona a la mínima de cambio. Justicia, tiene los ojos vendados y no sabe lo que le ponen en la báscula. Paz prefiere jugar a la guerra. Amistad se olvida pronto de quien eres. La libertad se reduce para su mantenimiento. El amor se profesa, pero se olvida cuando se desabrocha la bragueta.

Vivir en base a unos valores es frustrante. Defraudado porque crees que quien te estrecha la mano, quien te da su palabra lo hace con sinceridad. No hace falta esperar mucho para darse cuenta de que no es así. Solo le pareció lo más apropiado en aquel instante. Imagen. Publicidad. Ya sabes.

Tendremos que perderlo todo, para que aquello que ya no significa nada recobre valor y sentido, porque será lo único que nos quedará.

Foto | Anne Victoria

Nuevos conservadores


Conservadores

Tras largos periodos de lucha social llegó el bienestar. Fue como ganar la guerra. Paz al fin. La gente tenía trabajo, tenían derechos y sobre todo dinero. Y con él llegaron los coches, las casas junto a todo lo que contienen: televisores, sofás, lámparas, alfombras… y también las vacaciones junto al mar.

Nosotros crecimos en el Estado del bienestar. Aquellos maravillosos años. Las luchas quedaron en las historias contadas por nuestros padres y para nosotros todo nos venía dado sin mayores dificultades. Había trabajo a la vuelta de la esquina, y estudiar era un seguro de éxito laboral, económico y personal.

Las ‘pequeñas‘ luchas aún por resolver eran cosa de los sindicatos. No había de que preocuparse. El trabajo nos daría todo, sobre todo poder adquisitivo. Aquello te hacía sentir muy libre y con esa libertad vino la despreocupación.

Los tiempos han cambiado. Pero a diferencia de aquellos jóvenes, que ahora son nuestros padres y abuelos, a nosotros se nos ha mimado demasiado. Nos hemos convertido en el mal ejemplo de la opulencia. Ante nosotros se desmorona la tranquilidad que da la certidumbre y no nos gusta. Queremos que todo sea como antes. Y así hemos arribado en el mundo al revés. Los mayores, nuestros padres y abuelos, son de izquierdas mientras nosotros nos hemos entregado al conservadurismo.

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Obsolescencia programada


Las zapatillas de los 100 km

La obsolescencia programada ya es el término de moda. Hasta que caiga en la obsolescencia inherente a las modas. De todas maneras, está bien que se hable de ella. Denota la falta de calidad que ofrece el capitalismo. Más desarrollo, peor calidad. Ironías del consumo.

Un buen ejemplo de lo absurdo: las zapatillas de los 100 kilómetros. Asegúrate de que te quedan suficientes kilómetros antes de salir de casa, no vaya a ser que tengas que volver descalzo. La idiotez del consumo y la construcción exclusiva sobre esta necesidad para mover todos los engranajes del sistema es absurdo. Invita inevitablemente a tendencias cada vez más ridículas para acelerar más dicho consumo. Véase el ejemplo.

Las zapatillas de los 100 kmCrear un producto que dura tan poco solo es positivo para incentivar el consumo, de resto es absurdo. Pero más absurdo aún es comprar un producto conociendo su reducida longevidad.

Fotos | Berg

Ni con preparación hay respuesta


Ayer todos fuimos testigos de la nefasta y absurda «respuesta» (entre comillas porque no puede considerarse como tal) que articuló Rajoy tras no ser capaz de interpretar su propia letra.

Hoy Nacho Escolar nos descubre que la chica que le preguntaba al líder de la oposición había posado para una foto de portada de El Mundo, en la que aparece junto al mismo Rajoy.

Si ayer nos sorprendía la ineptitud y la absurda respuesta del líder del PP, hoy supongo que debe sorprendernos aún más. Porque preparar preguntas para luego no ser capaz de responderlas bien es el culmen de la ineptitud. ¿Rajoy dirá algo al respecto? Quizá es todo coincidencia. Qué tontería, esto es campaña, vender humo, y está claro que nada es una coincidencia.

Rajoy y MaríaFoto | Escolar

Demogracia


Prozac

Abres el mundo, pasas las páginas y lo único que no varía son la sucesión de declaraciones lamentables de políticos penosos. Demagogos, populistas, corruptos, hay para todos los gustos. Aunque no para el buen gusto, claro.

Tampoco voy a dudar de toda la profesión, pero incluso aquellos que escapan a los calificativos negativos, no destacan de manera positiva. Nos encontramos ante un gran amasijo de mediocridad. Los ciudadanos aletargados por el consumo, el miedo y la pasividad aprendida a base de decepciones y falta de alternativas se mueven entre titulares y reflexiones vacuas.

Zigzagueamos en un bipartidismo somnoliento. Políticos que han dejado de ofrecer calidad porque no es necesaria, con muy poco basta para vencer al único adversario. Mientras los pequeños partidos desaparecen entre la multitud sin ser vistos siquiera.

Izquierda y derecha convergen en la opulencia grisácea, tiñéndolo todo de una sutil bruma que no ofrece más que aire cargado de un montón de polvo. Y ahí, entre dedos índice enfrentados y acusaciones faltas de ideas disparadas a bocajarro, se encuentra la ciudadanía. Perpleja. El espectáculo está servido. El Congreso es ‘Sálvame’, y nosotros incapaces de cambiar de canal.

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