Nuevos conservadores


Conservadores

Tras largos periodos de lucha social llegó el bienestar. Fue como ganar la guerra. Paz al fin. La gente tenía trabajo, tenían derechos y sobre todo dinero. Y con él llegaron los coches, las casas junto a todo lo que contienen: televisores, sofás, lámparas, alfombras… y también las vacaciones junto al mar.

Nosotros crecimos en el Estado del bienestar. Aquellos maravillosos años. Las luchas quedaron en las historias contadas por nuestros padres y para nosotros todo nos venía dado sin mayores dificultades. Había trabajo a la vuelta de la esquina, y estudiar era un seguro de éxito laboral, económico y personal.

Las ‘pequeñas‘ luchas aún por resolver eran cosa de los sindicatos. No había de que preocuparse. El trabajo nos daría todo, sobre todo poder adquisitivo. Aquello te hacía sentir muy libre y con esa libertad vino la despreocupación.

Los tiempos han cambiado. Pero a diferencia de aquellos jóvenes, que ahora son nuestros padres y abuelos, a nosotros se nos ha mimado demasiado. Nos hemos convertido en el mal ejemplo de la opulencia. Ante nosotros se desmorona la tranquilidad que da la certidumbre y no nos gusta. Queremos que todo sea como antes. Y así hemos arribado en el mundo al revés. Los mayores, nuestros padres y abuelos, son de izquierdas mientras nosotros nos hemos entregado al conservadurismo.

Nos han engordado en el hedonismo del bienestar y ahora no podemos levantar el culo. Y mientras nuestros padres y abuelos lucharon por cada derecho, cada beneficio social, nosotros estamos dispuestos a que nos sean arrebatados con tal de mantener algo que está en ruinas.

No se puede navegar con un buque de guerra destrozado pensado que las guerras del pasado sentenciaron cualquier batalla futura. En la sociedad se suceden constantes luchas de poder, luchas de clases. El que se relaja pierde. Y en este punto estamos nosotros, demasiado relajados con la que está cayendo y dispuestos a votar a un partido conservador en cuyo líder no confiamos.

Quién lo iba a pensar, que en el plazo de unos pocos años los jóvenes nos convertiríamos en unos conservadores recalcitrantes empeñados de tal manera en quedarnos en la balsa que se hunde que no pestañeamos ante unas concesiones que costaron sangre, sudor y lágrimas a nuestros padres y abuelos.

¿Puede una cachetada despertarnos de nuestro letargo? No lo tengo claro, las hostias son cada vez más fuertes, pero seguimos adormilados e inmóviles. Si no lo hacemos posiblemente tendremos que esperar por nuestros hijos. Quizá ellos traten de enmendar nuestros errores, por su malnutrición en derechos y oportunidades. Lamentablemente tendrán que recorrer de nuevo un largo camino que nosotros dejamos desaparecer entre la maleza, demasiado vagos para conservarlo, porque requiere un esfuerzo diario.

Foto | CultureFeast

1 comentario en “Nuevos conservadores

  1. «COnservar y porgresar me parecen términos serios, asequibles, honestos. Debo ser de los pocos que creen en las dos ideas a la vez. […] La cosa parece sencilla, pero la tozuda realidad demuestra que es casi imposible hacer esas dos cosas de forma coordinada en este bendito país.» Bruno Mesa.

    Leí una entrevista el otro día a Rosa Díez, donde decía que le daba igual que una política fuera de derecha o de izquierda… mientras fuera una buena política. Me gustó. Los tiempos cambian, la sociedad cambia, los valores… creo que ya sé a quien votar. Y si no, en blanco. Creo que si todos los descontentos votáramos en blanco, pasaría algo y eso ya es bastante. No sé, opino que hay que manifestarse de alguna forma un poco ingeniosa también, pero en este país, no habemos más que cobardes.

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