Hace unas semanas iba en el metro de camino a una entrevista de trabajo. Al bajarme en Cuatro Caminos, mientras recorría los pasillos de la estación de metro para salir a la superficie, me encontré con al menos cuatro policías custodiando las dos entradas que convergían en el pasillo por el que andaba. Me extrañó su presencia allí y pensé que había ocurrido algo.
Pero a medida que me acercaba a ellos, observé que pedían documentación a algunas personas que entraban o salían por una de las dos entradas. Dado que tenía prisa esperaba que no me parasen. No quería llegar tarde a la entrevista. Mi sorpresa fue que cuanto más me acercaba más evidente era que a los únicos a los que pedían la documentación era a aquellos sujetos que por su aspecto físico parecían sudamericanos, africanos y árabes.
Por si no fuera suficientemente vergonzosa esta acción, la forma en la que los policías se dirigían a las personas a las que paraban era bastante arrogante, incluso irrespetuosa. En inglés hay una forma de referirse a este tipo de acciones que alude perfectamente a lo que comprenden: racial profiling.
Lo más llamativo es que se lleve a cabo esta práctica claramente ilegal de forma tan descarada y a la vista de cualquiera. ¿Acaso es el color de piel indicativo de estancia ilegal o actividad ilícita?