Últimamente he hablado bastante de la estupidez de la cual hacen alarde los políticos canarios. En esta ocasión es el turno de Antonio Castro, presidente del Parlamento de Canarias. Este entrañable sujeto opina que si en las islas no se quiere «consumir más territorio» habría que plantear otras medidas como «prohibir la inmigración o controlar la natalidad«. […] A su vez el presidente dejó abierta la posibilidad de que «haya habido escarceos«, pero matizó que no conoce ningún caso concreto «en los que se ha actuado al borde de la ley«.
Ya estamos otra vez con los inmigrantes. Los políticos canarios son unos cansinos con este tema, pero no es de extrañar porque al fin y al cabo son el chivo expiatorio de su incompetencia. Siempre es más fácil señalar a algún culpable aún siendo inocente, sobre todo si este apenas puede defenderse, antes que admitir los errores propios. El que en Canarias se esté consumiendo el territorio de forma alarmante yo diría que tiene poco que ver con la inmigración, porque está claro que la gente tiene que vivir en algún sitio, pero el territorio se puede aprovechar mejor, se pueden fomentar las construcciones en vertical, se pueden imponer políticas de aprovechamiento del espacio, pero estas opciones ni se las plantean. ¿Por qué no se las plantean? Porque lo que les interesa a nuestros políticos es chupar del bote, y por más que ahora Antonio Castro diga cuatro gilipolleces, que son recogidas por un periódico no significa que se preocupe por las islas.
Si la inmigración fuera la razón verdadera de la ocupación masiva del territorio, que sucumbe al hormigón, todas las casas construidas en las islas deberían de estar ocupadas, y de hecho debería haber gente esperando a que se construyeran nuevas viviendas para poder ocuparlas, de no ser así no tendría sentido seguir construyendo. Si tenemos en cuenta que ya en el 2007 las islas contaban con 117.627 casas vacías, yo diría que algo falla en esta argumentación. Si hay tantas viviendas vacías, aparte de la especulación, este dato también estará influído porque no hay demanda para tantas viviendas, sin embargo se ha seguido construyendo a lo largo del 2008. Por otra parte, si sigues construyendo, necesitas a gente que ocupe estas casas vacías, si no hay gente suficiente para ocupar las 117.627 que ya estaban vacías en el 2007 y has seguido construyendo más, de algún lado habrá que sacar gente para que las ocupen… Vemos por tanto que en cierta medida es la propia clase política, la cual sigue autorizando que se construya más y más, la que promueve la inmigración, porque la necesita para justificar que se siga construyendo. Yo diría por tanto que Antonio Castro es un hipócrita.
Pero es que no todo son viviendas, también son las grandes infraestructuras las que hacen que Canarias dejen de ser siete islas afortunadas con paisajes maravillosos, para dar paso a un plastón de hormigón flotando en el Atlántico. Un macro puerto innecesario como el de Granadilla no tiene nada que ver con la inmigración, sin embargo la clase política y algunos importantes empresarios canarios están desesperados por llevar a cabo este proyecto. La construcción de puertos deportivos en cada pueblito que da al mar tampoco tiene mucho que ver con la inmigración, porque de hecho, gran parte de los inmigrantes jamás tendrán el dinero para poder hacer uso de este tipo de puertos. Por lo tanto yo diría que Antonio Castro recurre una vez más al argumento populista de la inmigración para tapar las mierdas que se promueven y permiten desde el Gobierno Canario.
Pero lo mejor de todo es que, a quien es presidente del Parlamento de Canarias, no se le cae la cara de vergüenza a la hora de afirmar que no conoce ningún caso concreto «en los que se ha actuado al borde de la ley«. Claro, por eso en Canarias no hay ningún político imputado, ni se han llevado a cabo detenciones bastante sonadas, y tampoco están siendo investigados ayuntamientos y políticos concretos por todo tipo de chanchulleos. Por favor Toni, no nos toques los cojones.