Yo soy un entusiasta del tren, ya que me parece un medio de transporte muy interesante por tres razones principalmente: es un medio de transporte colectivo, puede alcanzar velocidades elevadas haciéndolo sumamente competente y por último, pero no menos importante, su menor grado de contaminación en comparación con otros medios de transporte.
La posibilidad de recorrer grandes distancias en relativamente poco tiempo han hecho posible y han motivado los desplazamientos cada vez más masivos de las personas por el globo. Hoy en día desplazarnos y estar en diferentes puntos del planeta en cuestión de horas ha hecho que el mundo aparezca ante nosotros más pequeño, y más fácil de explorar. «El problema del crecimiento desmesurado del tráfico aéreo«, medio de transporte colectivo más usado para saltar por el planeta, «no se encuentra en la persona que contrata un vuelo una vez al año, sino en el uso del avión innecesariamente y de forma continuada. Entre las soluciones que se han propuesto para evitarlo, la Federación de Aviación y Ambiente (AEF) sugiere que todos los vuelos de corta distancia en la UE se cubran con trenes de alta velocidad.»
Vemos por tanto que ya autoridades competentes y que manejan una considerable cantidad de información consideran que el tren es una alternativa muy eficaz para los desplazamientos, al menos en distancias más cortas. El que un tren de alta velocidad como el AVE nos permita desplazarnos entre Madrid y Barcelona en el mismo tiempo, prácticamente, de lo que tardaríamos en avión hace que realmente sea una opción deseable teniendo en cuenta su menor impacto medioambiental.
Está claro que el tren como cualquier creación humana no es perfecto, requiere de unas infraestructuras que como todo tienen un impacto sobre el medio ambiente, sobre él actúan unas fuerzas de rozamiento que al avión no sufre y sobre los trenes de alta velocidad actúa una elevadísima resistencia aerodinámica. Sin embargo, y a pesar de todo esto emite una cantidad muy inferior de CO2 por pasajero que los aviones. Además, son menos contaminantes que los coches e incluso que la guagua (autobús), aunque este compite muy de cerca con el tren.