La ceguera de la soberbia

Cita


Eugene Delacroix - Liberte guidant le peuple

Tu arrogancia es tan necia
como vacía es tu mirada.
Mides en posesiones,
resoplando con desprecio
ante la falta de tenencia.
El desposeído es indigno,
las expresiones de asco
revelan tus sentimientos.
La ceguera de la soberbia
nubla la vista del pudiente,
extasiado en su opulencia
olvida lo más importante,
aquello de lo que carece,
una sonrisa en su rostro
y un amor sin interés.

Imagen | Ralentir travaux

Tiempo de mentiras y lucha #15m #acampadasol #spanishrevolution


Ha llegado una vez más el momento en el que los políticos bajan de su torre de marfil para fingir cercanía. Es el momento de estrechar nuestras manos, las de los idiotas con derecho a voto. Entre bambalinas se lavan las manos con asco, ¡qué sucia es la plebe! Para ellos somos esa gente que huele a trabajo y desesperación, menuda falta de elegancia. Normalmente no somos un interlocutor válido, por desgracia ahora tienen que contar con nosotros, por eso de cara a la galería todo son sonrisas que no se dibujan en sus ojos.

Políticos que ahora tratan de camelarse a la gente que huele a croqueta, que bajeza para ellos que están acostumbrados a la alta cocina. Pero solo son unas semanas, después pueden volver al Olimpo, y observarnos desde las alturas, aliviados con la arrogancia que les caracteriza.

Ahora alardean, se pavonean como adolescentes, elogiando sus actuaciones lamentables, aliviando su esfínter oral, dejando caer palabras vacías, arrojadas contra un público que aplaude hipnotizado al líder. Hay que hacer un ejercicio tremendo de análisis para extraer algún contenido real de tanta basura argumental. Y lo poco que podemos encontrar después de escarvar como mineros, son descalificaciones a los partidos contrarios. Donde nosotros esperamos un comportamiento ejemplar, coherente, y digno, ellos nos ofrecen la actitud de unos niñatos malcriados.

Pero esta vez nuestros políticos se han topado con esos a los que ignoran con tanta soltura, el pueblo, que se les han plantado en la mitad del país y muchos rincones del mismo y han dicho basta. Son las personas que se levantan cada mañana y mientras recorren la ciudad en metro se preguntan cómo llegarán a fin de mes; aquellas que se gastan lo poco que les queda en fotocopias de su currículum y el transporte público, mientras aumenta la desesperación y merma la autoestima. Son los ignorados, esos que por otra parte alzan al poder a los políticos que luego les dan la espalda; además de ser quienes mantienen el mundo en marcha.

Esos ignorados ya cansados de ahogarse en hipotecas, en la precariedad, en el desempleo, en la situación de becario estirada como un chicle al Sol, se han congregado para plantarle cara a los políticos que hasta ahora pensaban que con unos apretones de manos y unas sonrisas era suficiente.

Al principio lo tomaron como un conjunto de exaltados más, algo que no merecía mayor atención. Después trataron de ignorarlo, y aparentar que esas miles de personas no estaban ahí. Ahora ya son demasiados para ocultarlo, y no solo la sociedad española observa, ahora nos mira el mundo entero. La clase política empieza a preocuparse, temen la influencia en las elecciones que tan bien habían planeado. Ahora las estrategias varían según el bando, unos tratan de desprestigiar al movimiento, diciendo todo tipo de idioteces para tratar de desprestigiarlo; otros por el contrario usan la técnica del padre que quiere ser guay y acercarse a los manifestantes.

Pero esta vez no hay tregua, los ciudadanos estamos cansados de que nos tomen el pelo, de que hayan hecho lo que les ha dado la gana sin tenernos en cuenta y a nuestra costa, porque los que estamos pagando los platos rotos somos los de siempre, nosotros. Y por eso es hora de que empiecen a escuchar al pueblo porque a fin de cuentas ellos trabajan para nosotros, esperemos que les empiece a quedar claro.

Sí no puedes seguirlo en la calle, síguelo en directo: #15m #acampadasol #nolesvotes #notenemosmiedo #nonosvamos #spanishrevolution #democraciarealya

Spotify, una lucha de poder


Spotify

Después de muchos años recurriendo a la descarga de música en formato mp3, generalmente a través de redes P2P, llegó lo que pronto se convertiría en toda una revolución dentro de la red, tanto que incluso está cambiando la forma de consumir música por parte de los internautas, está claro que hablo de Spotify.

Supongo que a todos nos entusiasmó la idea de poder escuchar de forma gratuita un inmenso catálogo musical, sin vernos además obligados a almacenar toda esa música en el disco duro. Spotify es realmente cómodo, busco lo que quiero escuchar y ya está, no tengo que esperar a que se descargue, no tengo que almacenarlo en mi disco duro…

Y aunque creo que Spotify seguramente se convierta en un sistema cada vez más difundido, por lo práctico que es, supone que perdemos en gran medida el poder sobre la música. Mientras las luchas contra el DRM han hecho que iTunes finalmente venda canciones sin este mecanismos, y por tanto el comprador realmente pueda hacer con el producto «lo que le plazca», el sistema Spotify nos expone totalmente a los deseos de las discográficas.

Casos como el reciente borrado de algunas obras compradas por algunos poseedores del Kindle, muestran que con sistemas de este tipo estamos expuestos y perdemos el poder frente a los tiranos actuales.

Spotify además supone, al menos de momento, el mantenimiento de regulaciones tan absurdas en un mundo interconectado como las limitaciones regionales, además de que genera una dependencia de un único sistema. Ya que el otro día hablamos de los sistemas distribuidos, queda patente la problemática que deriva de ello. Es cierto que Spotify utiliza el sistema P2P para agilizar la escucha de la música y evitar así una sobrecarga a sus servidores, pero si deciden borrar una canción o disco, ya no lo podremos escuchar.

De momento, y digo de momento porque las cosas siempre pueden cambiar, pero actualmente me parece que Spotify es la victoria de las discográficas, las cuales recuperan el poder y se ocultan tras un sistema que todos alabamos, sobre el cual arrojamos elogios, obviando el hecho de que es un lobo disfrazado con una piel de cordero.