Aún siendo un niño mi vida dio un vuelco importante, no precisamente agradable, fue entonces cuando descubrí el hip-hop, fue como una especie de amor a primera vista. Un estilo musical en el que se hablaba de algo, en el que no se trataba de verter un montón de tonterías sobre un ritmo chicloso emitido por la MTV. Me sentía identificado con el dolor, la lucha, las reivindicaciones, las críticas, sentía que era la música que hablaba con voz propia, un resquicio alternativo en un mundo uniformado.
Cierto que en el hip-hop también se expresaban ideas contrarias a las mías, pero al menos se expresaban, al menos alguien decía algo. Poperos y demás calaña radiofónica sin embargo me parecían todos unos relaminos asquerosos, repulsivos gilipollas superficiales. Con el paso del tiempo, gran parte del hip-hop se ha convertido en esa morralla que detestaba, un montón de ignorantes diciendo chorradas, canciones sin corazón, música repetitiva y carente de cualquier calificativo positivo.
Aunque el hip-hop es más que un estilo musical, siempre lo comprendí como algo más, como una postura ante la vida, para mi significaba mirar al mundo con recelo, con sospecha, apuntar en una libreta todo aquello que no compartes, ser crítico, ser poeta, ser artista, jugar con las palabras y ver más allá de lo que nos muestran en televisión. No se trata de pertenecer a un club, vestir de una forma o de otra, de lo que se trata es de posicionarse en un mundo en el que la mentira es lo que vivimos y lo que llamamos realidad.
Ese amor que sentía por el hip-hop en su expresión musical, aunque también en gran medida en lo que se había convertido, una industria vendida, me hacía perder todo interés. Hacía tiempo que sentía que ese amor se había desgastado, ya no sentía lo mismo, y aunque sigo viviendo observando el mundo con mis lentes, siendo crítico, analizando y cuestionando lo que nos muestran a diario, ya no tenía una inspiración musical que acompañara mis momentos de reflexión. Me he acostumbrado al silencio que acompaña las conversaciones con mi yo interior.
Lo curioso es que justo ahora, cuando más desprendido de este estilo musical me he sentido, aparecen algunas canciones que me recuerdan por qué un día me enamoré del hip-hop. Todas las canciones que pondré a continuación me gustan y me recuerdan a aquellas épocas, pero en especial quisiera remarcar la primera, de Immortal Technique, la cual sin duda es lo que yo espero del hip-hop. Espero que disfruten esto tanto como yo, aunque entiendo que para muchos esto pueda ser demasiado rudo.
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