Aún siendo un niño mi vida dio un vuelco importante, no precisamente agradable, fue entonces cuando descubrí el hip-hop, fue como una especie de amor a primera vista. Un estilo musical en el que se hablaba de algo, en el que no se trataba de verter un montón de tonterías sobre un ritmo chicloso emitido por la MTV. Me sentía identificado con el dolor, la lucha, las reivindicaciones, las críticas, sentía que era la música que hablaba con voz propia, un resquicio alternativo en un mundo uniformado.
Cierto que en el hip-hop también se expresaban ideas contrarias a las mías, pero al menos se expresaban, al menos alguien decía algo. Poperos y demás calaña radiofónica sin embargo me parecían todos unos relaminos asquerosos, repulsivos gilipollas superficiales. Con el paso del tiempo, gran parte del hip-hop se ha convertido en esa morralla que detestaba, un montón de ignorantes diciendo chorradas, canciones sin corazón, música repetitiva y carente de cualquier calificativo positivo.
Aunque el hip-hop es más que un estilo musical, siempre lo comprendí como algo más, como una postura ante la vida, para mi significaba mirar al mundo con recelo, con sospecha, apuntar en una libreta todo aquello que no compartes, ser crítico, ser poeta, ser artista, jugar con las palabras y ver más allá de lo que nos muestran en televisión. No se trata de pertenecer a un club, vestir de una forma o de otra, de lo que se trata es de posicionarse en un mundo en el que la mentira es lo que vivimos y lo que llamamos realidad.
Ese amor que sentía por el hip-hop en su expresión musical, aunque también en gran medida en lo que se había convertido, una industria vendida, me hacía perder todo interés. Hacía tiempo que sentía que ese amor se había desgastado, ya no sentía lo mismo, y aunque sigo viviendo observando el mundo con mis lentes, siendo crítico, analizando y cuestionando lo que nos muestran a diario, ya no tenía una inspiración musical que acompañara mis momentos de reflexión. Me he acostumbrado al silencio que acompaña las conversaciones con mi yo interior.
Lo curioso es que justo ahora, cuando más desprendido de este estilo musical me he sentido, aparecen algunas canciones que me recuerdan por qué un día me enamoré del hip-hop. Todas las canciones que pondré a continuación me gustan y me recuerdan a aquellas épocas, pero en especial quisiera remarcar la primera, de Immortal Technique, la cual sin duda es lo que yo espero del hip-hop. Espero que disfruten esto tanto como yo, aunque entiendo que para muchos esto pueda ser demasiado rudo.
http://videos.onsmash.com/e/a7MHDCD58VMkbuld
No solo el hip-hop ha tenido ese papel 🙂 yo te recomiendo los primeros discos de Bob Dylan por ejemplo, e intentar conseguir las letras traducidas y ver el momento en el que se escriben, sin él quererlo se convirtió en la voz de toda una generación en los 60.
Es verdad Pablo, es cierto que hubo muchos artistas antes, los cuales además me gustan mucho pues con sus canciones me crié, ya que mis padres, pacifistas y hippies de la época escuchaban siempre la música de Bob Dylan, Bob Marley, John Lennon y otros tantos y tantos artistas que han dicho y aportado mucho a muchas generaciones, porque no sólo fueron relevantes entonces, muchos lo siguen siendo ahora.
La pena, para mi, es que en la actualidad, esas grandes canciones se han dejado de hacer, los nuevos artistas raras veces le hablan a la gente de algo, o bien cantan cosas sin mayor sentido, cantan una y otra vez de un amor bastante chicloso, o pretenden un atisbo de profundidad que suele quedar un tanto extraño.
No se si son cosas mías, pero yo me veo anclado en la música de generaciones pasadas y en un hip-hop también de años atrás más que la música moderna de la que cada día se produce más y más.
Un saludo.