Cree el que corre que llegará antes. La arrogancia de la liebre que mira con desprecio a su alrededor. Siente especial desdén por la tortuga. Le encanta hacer alarde de un aparente derroche de dinamismo. Sus armas de seducción: gesto artificial y verborrea barata. Cada nimiedad en su historial se convierte en todo un acontecimiento. Sediento de poder, chupa ansioso los restos de saliva de las comisuras de quienes le rodean. La vida, un photocall. Su única preocupación, el posado perfecto. Humo. Un montón de humo envasado en cristal de Bohemia.
Incapaces de ver más allá de ese cristal de Bohemia, el humo se vende con una facilidad apabullante. Son muchos los encandilados por el frasco. Incapaces de apreciar el contenido, verdadero protagonista, que así queda relegado a mero figurante. Por desgracia el que corre sale con ventaja, se desprestigia la calidad, por fortuna, la superficialidad se paga a largo plazo.
Un consejo de amigo: a los idiotas empeñados en el frasco, cuanto más lejos mejor.