Alcohol, otras drogas y la falta de civismo


Hace ya algunos meses un amigo me preguntó en un cumpleaños por qué no bebo. No es la primera vez que me lo preguntan, de hecho es una pregunta que me han hecho tantas veces a lo largo de mi vida que no podría llevar la cuenta. Deben saber que soy abstemio, y lo soy desde siempre, no es que tuviera una época en la que bebía y un día dejé de hacerlo, no, siempre he sido abstemio.

Ser abstemio en una sociedad en la que la ingesta de alcohol está tan normalizada no siempre es sencillo. Hay personas que reaccionan de forma agresiva ante la negativa a beber alcohol. Muchos se extrañan, no son capaces de comprender por qué alguien haría algo así. Aunque es curioso también ver cómo muchas personas que consumen alcohol regularmente tratan de justificarse por ello. Ciertamente ser abstemio te permite vivir algunas situaciones y conversaciones muy interesantes.

Pero vayamos a las razones por las que no bebo. Yo diría que hay dos razones primordiales: 1) por mis principios; 2) porque no me gusta el sabor de las bebidas alcohólicas. Evidentemente la primera razón es la más importante, aunque la segunda también da lugar a algunas argumentaciones curiosas. A mi no me gustan las cosas amargas, y soy una persona muy abierta para la comida, pero las cosas amargas me superan. El alcohol es amargo, sí, en alguna ocasión probé de alguien un poco y realmente no entendí cómo tanta gente puede beber algo con un sabor tan asqueroso. Aunque la gente trate de tapar el sabor mezclando bebidas alcohólicas con refrescos u otro tipo de menjunje azucarado, se sigue notando el amargor.

Claro que para gustos hay colores, pero yo diría que, no se si la mayoría aunque yo apostaría a que si, de la gente bebe no tanto por el sabor del alcohol sino por su efecto embriagador. El mismo hecho de mezclar las bebidas alcohólicas con refrescos y similares podría denotar que el sabor no es del todo del agrado del bebedor, aunque no necesariamente, quizá le guste la combinación. Pero por poner un ejemplo, para un bebedor de vino, al que le gusta el vino y realmente lo toma más que nada por el sabor, el calimocho muy probablemente sea una aberración, precisamente porque de esta forma el vino pierde aquello que lo hace tal. Aunque como ya digo esto no se puede generalizar, más que nada pretendo que sirva a modo de anécdota y para la reflexión.

También me llaman la atención las explicaciones de algunas personas. Éstas afirman que en un principio las bebidas alcohólicas no le gustaban, pero que a medida que las bebían una y otra vez, finalmente, terminaron por acostumbrarse. De hecho me han animado a beber cerveza hasta que me acostumbre al sabor. Esto es algo que jamás comprenderé, porque no entiendo por qué razón debo acostumbrarme a tomar algo que no es indispensable para mi organismo, de hecho para el organismo es mejor si lo evitamos, si su sabor no me gusta.

Pero vayamos al aspecto más importante de por qué no tomo bebidas alcohólicas y tampoco otras drogas, los principios. He de confesar que aunque acepto que las personas hagan lo que les plazca y trato de no ser moralista, me gustaría que la gente no bebiera alcohol. Al principio, en la adolescencia, cuando mis amigos, junto a los que había crecido, empezaron a beber, yo sentí como una decepción, no sabría exponer exactamente por que. En la actualidad he aprendido a tolerarlo un poco más, me he acostumbrado a que la gente se tome alguna copa, y sólo con mis amigos de siempre, los de la plaza que beben hasta cotas que rozan el coma etílico, me he acostumbrado a aguantarlos incluso en momentos en los que están bastante más bebidos de lo que tiendo a tolerar normalmente (aún así son muy contadas las veces que he estado presente en un momento así, y normalmente ha sido por un tema de «fuerza mayor» ya que como digo no me gusta nada). Con tolerar me refiero a que trato de evitar estar en compañía de gente demasiado ebria, una de las razones de peso que tengo para no salir de fiesta, o sea, no frecuentar bares de copas, discotecas y demás eventos de grandes concentraciones de personas borrachas.

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La sangre en la Coca-Cola


El ser ateo y tener posts muy críticos con la religión hace que reciba una cantidad considerable de comentarios de fanáticos religiosos diciendo toda clase de tonterías. Tiendo a borrar estos comentarios porque se dedican a decir que van a rezar por mí, y que voy a ir al infierno y cosas así y no aportan nada al debate, y los comentarios se supone que están para que la gente aporte algo al tema que se está tratando.

Lo gracioso viene cuando ves este tipo de comentarios en posts que no tienen nada que ver con la religión, aparentemente. Es el caso de la siguiente aportación que me dejaron recientemente en el post de «Coca Cola y Cruz Roja«. Les pongo aquí el texto tal cual lo escribió su autor para que alucinen con las sandeces del amigo.

Es bueno informarse, los que no lo hacen tarde o temprano se dan cuenta, por lo general es tarde, cuando me dijeron que la coca-cola tenía sangre no dije si tiene-no tiene, investigue, y use un poco la lógica, si las empresas hacen lo que sea para que sus negocios vayan bien al grado de hacer pacto con Satanás, la masonería (*) reina en las empresas, compañias, coorporaciones, para ellos es normal, hacer algún sacrificio sea humano o animal, no es extraño que la coca tenga sangre, el ingrediente secreto que tanto se jactan ellos puede ser este, aparte de que tiene cierta cantidad de cocaína, porque antes era un jarabe, lo malo, es que al tomar sangre, toman para si maldición, lo coca es rica si fuese fea no habrían muchas personas en el infierno, porque Satanás se disfraza como ángel de luz.

Ya lo ven, según este sujeto, la Coca Cola contiene cocaína y sangre, por eso es la favorita de los drogadictos y de los vampiros, el refresco encuentra entre ellos su principal clientela. Para qué malgastar tiempo en perseguir víctimas humanas, si puedes conseguir un rico buche de sangre en la tienda de la esquina, y con la total seguridad de que no se te van a partir los colmillos. Aunque nueve de cada diez dentistas recomiendan a los vampiros limpiarse bien los colmillos después de consumir bebidas con altos contenidos de azúcar, y evitar así las caries. Los cárteles de la droga están planeando hacer una huelga para protestar por la creciente pérdida de consumidores, porque con la crisis económica éstos están dejando de comprar la cocaína a precios elevados y se están pasando masivamente a la Coca Cola. El presidente de Coca Cola no ha querido hacer declaraciones al respecto.

Las incoherencias de izquierdistas


Me gustó mucho la película brasileña «Ciudad de Dios» y por eso cuando leí acerca de «Tropa de Élite» inmediatamente tuve unas ganas de tremendas de verla. En relación a la temática de la película, en este caso enfocada desde el punto de vista contrario al visto en «Ciudad de Dios«, me ha encantado un post que he leído en el blog de Escolar. Los seres humanos en muchas ocasiones somos incoherentes, nos equivocamos e incluso nos contradecimos con frecuencia. Nadie escapa a esta realidad. Pero confieso que desde siempre me han hecho mucha gracia estos grupúsculos de, como los llaman en el post, modernitos que van de izquierdistas. Me hacen gracia porque en cierta manera son caricaturas lamentables, inconscientes que pretenden la consciencia, copias baratas que vomitan conceptos sobre los que jamás han reflexionado.

A continuación les dejo el post, que también pueden ver en el blog de Nacho Escolar, ya que me parece una aportación realmente buena, además de considerarlo una cuestión que diversas personas deberían de plantearse seriamente.

Es imposible salir indiferente del cine tras haber visto la película brasileña Tropa de Élite sobre las actividades de un batallón policial homicida y fascista en un enjambre de favelas donde la policía convencional supura corrupción. Pero de los muchos dilemas morales que plantea la pregunta, y de las muchas denuncias que contiene, hay una que seguramente mucha gente joven de aquí, de España, no querrá oír.

“¡Vosotros financiáis esto!”, grita el capitán Nascimiento a un grupo de estudiantes de clase media-alta, con sus camisetas ‘fashion’, sus discusiones pseudopolíticas, sus ONG y sus porritos y rayitas de coca. Ésos que contemporizan con los traficantes y no se les cae de la boca el concepto de “conciencia social”. El brutal capitán Nascimiento se equivoca en muchas cosas, pero no esa apreciación: esa ‘chinita’ de costo, esa rayita o pastillita que cae en fiestas de modernitos que van de izquierdistas financia el sufrimiento de miles personas. Ese dinero engrasa la inmensa máquina de tráfico de mujeres, armas, niños… y no sólo en las favelas de Río.