El retrato de un televidente


Retrato de un televidente

La lectura le cansa (…). Intuye. Prefiere el significado resumido y fulminante de la imagen sintética. Ésta le fascina y lo seduce. Renuncia al vínculo lógico, a la secuencia razonada, a la reflexión que necesariamente implica el regreso a sí mismo (…). Cede ante el impulso inmediato, calido, emotivamente envolvente. Elige el living on self-demand,ese modo de vida típico del infante que come cuando quiere, llora si siente alguna incomodidad, duerme, se despierta y satisface todas sus necesidades en el momento.

Ferrarotti, 1997

Franco Ferrarotti es, un sociólogo italiano afamado. Es autor de numerosas e influyentes obras, textos polémicos con los que no siempre se puede estar de acuerdo, pero a la vez volúmenes que te obligan a reaccionar. Una influencia no sólo se mide por la capacidad que un autor tiene para generar seguidores, admiradores. Esa capacidad se calcula también por las reacciones contrarias que uno puede provocar. Ferrarotti no deja indiferente, hable de la historia del pensamiento sociológico o hable de la vida cotidiana, de esa construcción del sentido con que abordamos la esfera privada o íntima.

Son interesantes las reflexiones que dedica a la televisión Ferrarotti, estan de acuerdo o en desacuerdo, sin duda sus exposiciones son interesantes e invitan a la reflexión:

1. “La televisión vive bajo el signo de una condena cruel: debe seducir a su público. ¿Cómo? Colocándose en el denominador común más bajo, comprensible para todos, y por tanto igualar, achaflanar, es decir, allanar. Al término de este proceso, el público de la televisión ha dejado de ser un agregado humano reactivo; ha sido masificado como una melaza gelatinosa. Eso no significa que haya sido reducido a un nivel ‘troglodita’, como legiones de intelectuales refinados y escandalizados no dejan de denunciar. No es nada necesariamente vulgar o indecoroso. La ‘masificación’ se sitúa en un nivel intermedio que no es demasiado alto ni demasiado bajo, en armonía con la que los directivos de los ‘canales’ consideran una ‘sabiduría convencional’ sólidamente ligada a los valores del buen sentido y de la ‘moral corriente’…”

2. “La televisión es en primer lugar un ojo que documenta, muestra imágenes sobre las que razonar. La imagen es sintética y no tiene nada que ver con el discurso analítico, cartesiano, del papel impreso. Puesto que es sintética, la imagen trabaja sobre la emotividad del espectador, hace prevalecer en él la reacción emotiva sobre el razonamiento deductivo. Es patético esperar conceptos de la televisión. Significa ladrar a la Luna. Más cálida, casi íntima, es la radio, que se limita a evocar con la palabra (sonido más que significado) sistemas de sentido que corresponde luego al espectador reconstruir…”

3. “La televisión borra la historia. Aplasta a sus espectadores contra el presente. Los aplana. No tiene oído para el antecedente. Quema los puentes hacia el pasado. No puede proyectar nada porque promete ya, aquí y ahora, todo posible futuro. Es local y global al mismo tiempo. Está en todas partes y en ningún lugar”.

4. “Estamos en la paradójica situación de ser al mismo tiempo capaces de informarnos de lo que sucede, literalmente, en todo el mundo, y encontrarnos, en nuestra realidad cotidiana existencial, huérfanos, hijos de nadie, a merced de fuerzas que no pueden controlar y que con mucha frecuencia ni siquiera conocen. Estar aplastados en el presente equivale, en definitiva, a quedar anulados como sujetos pensantes”.

Vean también el post sobre el ‘Panfleto contra la estupidez contemporánea‘ de Gabriel Sala publicado en Por La Boca Muere El Pez.

[tags]Televisión, televisor, atontamiento, entetanimiento, manipulación, ignorancia[/tags]

1 comentario en “El retrato de un televidente

  1. Dirigirse a un público infantilizándolo.

    La mayoría de los programas de TV dirigidos al gran público utiliza un discurso, argumentos, personajes, y un tono particularmente infantil, como si el espectador fuera un niño de corta edad. Cuanto más se intente buscar engañar al espectador u oyente, mas se tiende a adoptar un tono infantilizante. ¿Por qué? Si se dirige a una persona como si tuviera la edad de 12 años, sin plantearle nada que le cuestione, tendrá, con cierta probabilidad, una respuesta o reacción desprovista de sentido crítico.

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