Copiando copias


Las risas se apagan con las luces. Solo queda un suelo pegajoso, un montón de botellas vacías y copas con hielo derretido. Un local vacío. Visto ahora parece impensable que un rato antes aquellas paredes contuviesen tanto barullo.

Los actores ya no son aquellas personas que se sitúan en el escenario, es el público el que actúa. Intérpretes de una falacia llamada vida. El actor se torna espontáneo y sincero, mientras el espectador estudia delante del espejo hasta su forma de sonreír.

Demasiados posados, poses, posturas, postureo. Vida… de photocall, convertida en show y, gracias a Facebook, en reality. Es el hedonismo llevado al extremo, pero interpretado a través de una acepción vacía del mismo. Se ha pasado de la búsqueda de la satisfacción de los deseos naturales y necesarios y los naturales e innecesarios a una sociedad obstinada únicamente con los deseos innaturales e innecesarios, aquellos sobre los que incluso Epicuro manifestó considerables inconvenientes.

El deseo incesante y descerebrado de alcanzar la popularidad es una nueva forma de esclavitud. Buenos ejemplos de ello son la moda y la cirugía estética. Con un paseo basta para descubrir que en las aceras confluyen copias de copias photoshopeadas, carentes de expresión en el rostro y con un aspecto caricaturesco, muy alejado de la belleza.

Las redes sociales se han convertido en un diario que cuenta una vida que el protagonista hace mucho que ha dejado de vivir. Cada paso debe ser documentado. Es inaceptable que no exista una prueba gráfica de haber estado en cualquier lugar y situación, por banal que sea. Se pierde así la vivencia por la preocupación de tener la foto, de poner la pose estudiada, la que convierte los álbumes en una colección que podría sustituirse por una figura de cera postrada sobre escenarios cambiantes que pueden generarse perfectamente con un croma. La vivencia sería exactamente la misma, ninguna.

Cada día parece más revolucionario tener ideas propias, decir lo que piensas sin miedo a lo que puedan pensar, a la manera en la que puedas ser juzgado por ello. Lamento que algo tan básico se haya convertido en un acto de rebeldía, cuando es precisamente lo que nos ha hecho avanzar. Por fortuna aún quedan bastantes personas dispuestas a la espontaneidad, a arriesgarse a quedar mal en una foto y a decir algo impopular si es lo que realmente piensan.

No te pierdas la vida


Mientras tú te deprimes yo me hago más fuerte. Mientras tú ahogas los días en el fondo de un vaso, yo alimento mi mente con conocimiento. No me gusta aniquilar neuronas, prefiero mimarlas para conservarlas. No tartamudeo, hablo con seguridad porque hablo de lo que se y escucho cuando desconozco. Me sobra autoestima, no es arrogancia, es la vida que me ha hecho inmune a la estupidez.

Para mi nada ha sido fácil. La historia me ha obligado a ser un guerrero. Probando aleaciones para construir la armadura perfecta. La empuñadura de mi espada está hecha a medida. Me cansé del abuso, de pelear contra la ineptitud. He experimentado demasiadas veces la violencia del rechazo. El dolor del engaño. He derramado demasiadas lágrimas por repartir altruismo en un mundo plagado de egoístas. Pero de las semillas del dolor han brotado árboles de troncos imponentes y ramas robustas.

He experimentado demasiadas veces la soledad como para temerla. Desde niño lleno libretas con cartas para mi, es una conversación que se sucede durante décadas. Doy cada paso con firmeza, no me achanto. Pero sigo humilde, porque soy consciente de mi desconocimiento.

Me levanto cada día como si fuera el último. No quiero ver que pasan los días sin valorar la unicidad de cada uno. No quiero atenuar el dolor con sustancias para mendigos emocionales. Solo el que aguanta la caída más dolorosa sabe valorar la carcajada más sincera. Todo lo que siento es real, sin intermediación.

Antes sufría cuando descubría que mi amistad no era correspondida de la misma manera. Ahora se que siempre seré el que más sentimiento pone en la vida. Vivimos en un mundo de avaros, por eso tampoco son generosos con los sentimientos. Demasiado cortés para una sociedad que considera obsoleta la cortesía. Pero me niego a dejar de lado los valores que valoro. Puede que sufra más que el que pisa con la arrogancia que otorga el desprecio más absoluto. Nadie dijo que fuera fácil. Pero aún confío en que puedo contagiar a otros. Mientras el mundo siga envuelto en este mantón oscuro yo seguiré rasgando la tela para hacer pequeños agujeros que dejen entrar la luz.

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