Como cada otoño, en la madrugada del último domingo de octubre retrasamos los relojes: la hora oficial se acerca a la solar, aunque en España nunca llegan a coincidir y el reloj siempre corre por delante. Como cada otoño, llegan nuevos estudios científicos alertando de que a nuestro reloj interno le cuesta ajustarse a este cambio horario, que practica un cuarto de la población mundial. Y como cada otoño, se repite el debate sobre si conviene aplicar una medida que puede alterar el ritmo de sueño de algunas personas para lograr un ahorro energético, que en España se calcula del 5% en el consumo doméstico de electricidad (unos seis euros por hogar), según los datos del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE). Hoy, a las tres de la madrugada hay que retrasar el reloj una hora.
Yo soy de las personas que considera que esto del cambio horario en realidad no sirve para ahorrar energía o al menos el ahorro es tan reducido que prácticamente es despreciable, lo que lo convierte en una medida un tanto absurda. Hoy en día, no importa realmente en que momento del día disfrutamos de más horas de luz, porque si no se consume electricidad en un momento del día, se consume en el otro. Si por la mañana cuando te despiertas aún es de noche, tendrás que encender la luz eléctrica, a su vez eso significa que por la noche tienes más horas de luz solar y por tanto el consumo en esta franja horaria es menor. Pero si invertimos esta situación, lo único que sucede es que el consumo eléctrico se desplaza, manteniéndose prácticamente igual. Si por la mañana cuando te despiertas ya es prácticamente de día no necesitas recurrir durante un periodo prolongado a la luz eléctrica, pero eso significa que por la tarde la oscuridad invadirá las calles mucho antes, por lo que la electricidad que no se consumió por la mañana se consumirá por la tarde.
Y para demostrar que no ando tan desencaminado, al revisar el ahorro energético que se consigue con el cambio al horario de verano los resultados no son muy positivos: se consume menos electricidad pero se usa más el coche. Pero además, tal y como decía esa reducción en el consumo es de tan sólo 0,4% y por tanto despreciable. En verano se ahorra en iluminación por las tardes, pero también se necesita más luz artificial por las mañanas.
A todo ello hay que sumar las preferencias de cada uno, a mi por ejemplo me gusta que cuando me despierte por la mañana aún sea de noche, porque así llegas al trabajo, a clase o lo que hagas, fresquito y sin calores y que por la tarde las horas de luz sean más, de modo que puedes aprovechar la tarde, después del trabajo, sin tener la sensación de que la noche te manda a casa a dormir. Yo por lo tanto mantendría el horario de verano todo el año. Seguramente haya otros, como por ejemplo mi madre que odia que cuando se despierta aún sea de noche. Para gustos hay colores.
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Toda la razón del mundo, no se por que se empeñan
en ir contra corriente