Que las autoridades tratan a los inmigrantes como a animales, como a apestados, como seres inferiores a todos los niveles no es una novedad, seguramente todos lo habremos visto en la televisión o incluso con nuestros propios ojos. Pero en este caso ya no son sólo los inmigrantes adultos los que reciben un trato vejatorio y abusivo, sino que se trata de menores extranjeros quienes reciben «palizas generalizadas, habituales y no controladas», una auténtica vergüenza.

La ONG Human Rights Watch ha exigido hoy el cierre de los centros de acogida inmediata (CAI) para menores extranjeros no acompañados que existen en Canarias, ya que aseguran en donde esta organización dice haber documentado «abusos y violencia».

La organización, especialmente, está «muy preocupada por los centros de La Esperanza (Tenerife) y de Arinaga (Gran Canaria)«, donde, denuncia, «se maltrata a estos chavales de manera sistemática o rutinaria«.

«Hablamos de un tipo de violencia muy seria, de un trato degradante e inhumano y de palizas. Son golpeados de manera regular y encerrados por varios días en celdas sin lavabos y aunque reciben comida no pueden salir de ellas«.

Por eso, Human Rights Watch ha pedido a las autoridades españolas que abran una investigación porque «hay muchos y muy distintos testimonios de menores que son coherentes y que queremos que se investiguen y depuren las responsabilidades«.

Esta noticia resalta la falta de tacto y de comprensión de la problemática africana, así como de la realidad del continente y del palpable racismo y la xenofobia que se traducen en el trato violento hacia personas que en la mayoría de los casos no pueden hacer más que recibir las brutales palizas mientras sueñan con el día en el que puedan salir de dichos centros para llegar al fin a esa Europa tan deseada, tan idealizada y soñada por ellos y que pronto se torna en un lugar hostil, con pocas ganas y sin interés ninguno por facilitar siquiera algo tan básico como la lengua del país de acogida.

La investigadora de Human Rights Watch para los derechos de los niños en Europa, Simone Troller aseguró que «lo peor es que los niños no pueden quejarse ni denunciar su situación a nadie, porque no pueden salir del centro, desconocen la lengua y no tienen asistencia letrada ni de asistentes sociales«.

Esto seguramente se deba en gran medida a que, tal y como nos comentaba una mujer hoy en uno de los cursos de la Universidad de Verano de Adeje, las autoridades no dejan entrar ni a ONGs ni prácticamente a nadie para evitar todo contacto con los inmigrantes en general, seguramente para evitar que aparezcan este tipo de informaciones y se descubran las evidencias que hacen constatar que el trato en dichos lugares es todo lo opuesto a justo, correcto y humano.

Espero que esta información genera cambios drásticos y un mayor control de lo que ocurre en los centros de menores extranjeros y de los centros de acogida, cuyo nombre más exacto sería el de centros de retención. Mi deseo es el de erradicar este tipo de acciones, y la sanción inmediata, así como la expulsión del cuerpo y una pena considerable para quienes se dedican a agredir de forma brutal y reiterada a menores y adultos por el simple hecho de sentir y desprecio total y absoluto hacia las personas que proceden de determinadas partes del mundo.

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