Una película que habrá que ir a ver, Fast Food Nation. Lo que me da cierta pena es que en ella se ha creado una empresa de comida rápida ficticia, probablemente para evitar posibles denuncias por parte de estos gigantes del colesterol. Aún así, lo que se expone en ella son sucesos reales contados en el libro que tiene el mismo título.
Al parecer la película no sólo trata la cuestión alimenticia de este tipo de comidas, que todos ya sabemos bien que son un atentado contra nuestro cuerpo, sino también se adentra a cuestiones más delicadas, como la explotación laboral y en general los negocios turbios de estas empresas, que crean el sabor a barbacoa en un laboratorio.
Si es que al final, eso que muchos sospechamos, que los de McDonald’s, Burger King, etc., le echan productos a su comida que las hacen adictivas va a ser verdad. Esto de crear sabores en el laboratorio debe ser un chollo, así nos pueden dar esa porquería de comida, y nosotros decir que a pesar de todo sabe bien. Que rabia me da. Así pueden hacer que los nuggets de pollo, que se hacen prácticamente a partir de piel y grasa de pollo (como demostró Jamie Oliver) tenga un sabor muy rico y que a todos nos habrá gustado comer.
A medida que la película nos lleva desde los impecables laboratorios donde se genera el sabor a barbacoa ahumada, hasta la conflictiva frontera entre México y Estados Unidos, se va descubriendo un provocativo retrato de todos los anhelos y ambiciones, pero también la corrupción y la esperanza que encierra aquello que Estados Unidos disfruta tanto comer.
Todo comienza cuando Don Henderson (Greg Kinnear), el nuevo ejecutivo de moda del departamento de marketing en la cadena ficticia de comida rápida Mickey’s, descubre que contaminantes muy desagradables se están metiendo en las hamburguesas congeladas que se usan en la «Big One», la hamburguesa que mejor se vende, y la llave para su propio éxito dentro de la corporación.
Decidido a descubrir como puede haber ocurrido algo así, Don se lanza a una reveladora investigación para saber de qué está compuesta la carne de Mickey’s. Dejando atrás los cómodos límites de su sala de reuniones en California, Don se dirige a las haciendas, mataderos y centros comerciales indistinguibles de Cody, Colorado, donde descubre múltiples perspectivas en el mundo de la comida rápida que ni siquiera sabía que existían.
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