El otro día en una de nuestras rutas con mi abuela a las montañas que tanto le gusta visitar, pasamos al lado de la cárcel en la que estuvo recluído Hitler, ese enano cabrón, el lugar en el que escribió el famoso «Mein Kampf» que aquí la gente en tono de burla suele llamar «Mein Krampf» con lo que pasa de «Mi Batalla» a «Mi tontería». Desgraciadamente mucha gente le siguió en su tontería, que pronto se convirtió en algo horrible y muy serio.

Es llamativo ver como un enano cabrón, raro de cojones, con un bigote ridículo, voz chirriante y feo como el demonio pudo montar la que montó. Más sorprende aún que alguien entendiera lo que decía porque a mi sinceramente, cuando he visto algún documental, todo me suena a la imitación que hizo Charlie Chaplin en «El Gran Dictador», o sea a ruido vació de contenido expresado en una voz molesta.

La repercusión de aquella barbarie aún hoy se siente, aún hoy el mundo recuerda aquella masacre, aquel salvaje intento de exterminio total de un pueblo y se lleva las manos a la cabeza. Y también se nota en el comportamiento de los alemanes, al menos eso me parece, muchos aún no habiendo siquiera nacido por aquel entonces sienten vergüenza fuera de este país porque saben que aún una de la primeras cosas que pasa por la cabeza de quien escucha alemán es nazi y evidentemente no es un buen adjetivo.

Yo me pregunto que hubiera pasado si Hitler no hubiera salido de dicha cárcel, si hubiera muerto allí o simplemente no le hubieran dejado salir en la vida, ¿nos habríamos ahorrando tal sinsentido? ¿Hubiera habido una Segunda Guerra Mundial? ¿El fascismo habría tenido tanto fuerza en otros países? Nunca lo sabremos, pero al menos que sirva para darnos cuenta de que las guerras y el exterminio de la población por cualquier razón xenófoba son una aberración y algo nefasto y detestable.

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