Malditos intermediarios


El intermediario lleva siendo un blanco en mi punto de mira desde hace ya algún tiempo. Comenzó a molestarme mucho su figura cuando descubrí lo que recibe el agricultor por su producto, y el precio que este tiene una vez llega a la tienda y se pone a la venta para el consumidor.

Entiendo que entre el agricultor y el supermercado hay un transporte el cual supondrá un incremento del precio del producto, supongo que nadie tendrá un problema con esto, de hecho a todos nos parecerá correcto que así sea. Si solo fuera esto lo que grava el precio no habría ningún problema, este surge con los intermediarios que en casos hacen que el producto se venda a un precio encarecido en un 400% con respecto al precio de partida. Esto es totalmente desmesurado.

En relación a esto, es muy interesante la reflexión de Umair Haque de la que se hace eco Perogrullo, en la cual, tomando el ejemplo de Michael Jackson, expone el papel que juegan los intermediarios y la cantidad de dinero que cae en sus redes.

Yo creo que no hay que tener un sentido de la justicia demasiado desarrollado para considerar que lo justo es que la persona que crea, produce o aporte algo a un producto sea el que se vea remunerado en mayor cuantía. Lo justo sería que el agricultor se lleve la mayor parte, que el cantante sea el que más dinero gane con sus creaciones musicales, el autor con sus libros… Lo que es injusto e incorrecto es que los intermediarios sean los que se llenen los bolsillos cuando no aportan nada al producto, que las discográficas se embolsen los millones cuando son los cantantes y músicos los que crean, que sean las editoriales las que saquen mayor beneficio de la habilidad de los autores con las palabras.

La agricultura y la ganadería son el principio más básico que sustenta nuestra vida, sin ellas se tambalea la estructura de esta pirámide, sin ellas todo lo demás no es posible, lo mínimo sería que esta labor de tan vital importancia para la supervivencia del ser humano, que además se caracteriza por una considerable dureza y sacrificio para quien quiere realizarlas con seriedad, es que estas personas reciban un pago que se corresponda con la importancia y el esfuerzo de estas labores.

Y lo mismo va por el resto de labores en las que unos intermediarios astutos, con suficiente poder para obligar a los productores y creadores a vender su alma al diablo, se aprovechan de estos y se llevan una parte que en realidad no les corresponde y que no merecen, que además perjudica al productor o creador y a nosotros los consumidores.

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