La semana pasada a la hora de ejecutar a un reo, éste tardó más de 30 minutos en morir. Se le inyectó dos veces la mezcla letal, y aún así estuvo 34 minutos agonizando. Esto llevó a que tanto Florida como California impusieran una moratoria a las ejecuciones con inyección letal.

Uno lee esto y enseguida piensa que por fin van a tratar el tema y abolir algo tan salvaje como es la pena de muerte. Pero entonces se da cuenta de su ingenuidad, y recuerda que con gobernadores como Schwarzenegger, eso de reflexionar es una acción que no se practica.

Así es que Terminator, en vez de poner fin a la pena de muerte, hará castings de verdugos, y les enseñará las técnicas más apropiadas para asesinar a los prisioneros. ¿Cuando ha sido un problema matar para Arnold? Él mata, «no problemo«, aunque está dispuesto de decorar y darle un aspecto más agradable a la cámara de tortura para que la gente no se queje y diga que es un acto de lo más humano y constitucional. Si hay hasta florecitas al lado de la camilla. Vaya manera de maquillar la realidad del ojo por ojo, la realidad de que el Estado es un asesino más, que asco de gente.

Me pregunto si les enseñará también a los verdugos a que mientras está muriendo el reo le digan algo así como: «¡Sayonara baby!»

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