Algunas cosas bellas


Tenerife es una isla que cada vez más parece un homenaje al cemento, al asfalto, a la fealdad de la destrucción de la naturaleza, la cual no es valorada por los políticos de la isla, que pisotean su propia tierra con un desprecio que es frustrante para quien observa dichas actuaciones. Han vendido una isla de una belleza suprema por unos cuantos billetes, han permitido que las flores se sequen y pierdan su colorido y se han asegurado de que no vuelvan a florecer nunca más ya que sus semillas han sido sepultadas bajo un montón de piche, cemento y bloques.

Por suerte en Tenerife sigue habiendo algunos paraísos que hacen que sea una buena opción para hacer un viaje a esta isla, una séptima parte de las siete Islas Afortunadas, como se las suele llamar. Y me gustaría compartir las fotos de uno de esos pequeños paraísos que aún quedan en Tenerife con aquellos que como yo buscan la belleza para escapar de la fealdad del gris que crece y brota en todas las esquinas de nuestra limitada vida que tan sólo es una celda en la que nos retienen para ser esclavos de un sistema que nos esclaviza a realizar un trabajo forzado que nunca nos llevará a ningún lugar más alla de unas deudas que nunca terminaremos de pagar.

Por eso subir al Teide me hace sentir ave, me hace sentir libre, disfruto del aire puro que se respira, el susurro del viento, el Sol que nos sonríe y tiñe de un cálido color todo a nuestro alrededor, haciendome pensar que la vida nos premia por visitar tan bello lugar y saber apreciar sus encantos. Es una sensación muy agradable poder escapar a un lugar en el que soñar con un mundo mejor, un mundo hecho por y para las personas de carne y hueso.

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