La vida es un constante debate dialéctico, nos balanceamos entre extremos y las diversas degradaciones de éstos. La misma vida no se comprende sin la muerte y esta no sería posible sin la vida. Nos reímos y lloramos y son las lágrimas las que nos enseñan a apreciar las carcajadas, a ser conscientes de lo reconfortantes que son, de su poder.
Hoy entendí algo acerca de mi persona sobre lo que estaba equivocado. Siempre pensé que yo deambulaba entre las personas porque no terminaba de encajar del todo con ninguna de ellas, pero erraba. Todos diferimos en uno u otro sentido del otro, por lo tanto los grupos se construyen sobre similitudes no sobre personalidades idénticas. No es esta la razón.
De niños eramos cuatro, cuatro amigos, hermanos prácticamente. Un desgraciado día nuestra mesa se quedó coja, nos arrebataron una de las patas y ya nunca fue igual. Vi el dolor de primera mano, una familia destrozada, un amigo que nunca volvería y sentí el dolor más intenso. Aquello no me gustó, supongo que a nadie le gusta. Quizá fue entonces cuando se desarrolló en mi ese profundo deseo de hacer feliz a todo el que se cruza en mi camino.
La vida ya nos da suficientes golpes como para que yo sea otro para quien está a mi lado. Me he llevado muchos golpes intentado repartir esa felicidad, pero no me importa porque aunque yo termine llorando, cada sonrisa bien vale un mar de lágrimas. No hay nada más reconfortante que ser parte de la razón de al menos un segundo de la felicidad de una persona. Muchos no se dan cuenta de esos momentos en los que su alma se ríe a carcajadas, ni lo aprecian, lo olvidan… pero no importa, yo sí se que por unos segundos yo estuve ahí.
No todos aprecian las buenas intenciones, muchos ni siquiera las ven, las desprecian, muchas veces he percibido que la amistad que yo creía tal no es recíproca, o al menos no de la forma en que yo la entiendo, pero no importa, mis lágrimas me han servido para saber valorar esos momentos en los que todo a tu alrededor pierde su significado, el mundo se desvanece en una carcajada de felicidad plena, un instante en el que te sientes totalmente libre. Y cuando estoy a punto de olvidarlo, suele ocurrir algo que me recuerda que he de valorar esos momentos.
Fue pronto cuando sentí el deseo desenfrenado de cambiar el mundo, es verdad que es un deseo que probablemente le viene grande a cualquiera, pero si apuntas a lo más alto la probabilidad de llegar hasta un punto elevado es mayor que si desde un principio te conformas con un objetivo que esté a unos centímetros del suelo. Miro a mi alrededor y veo tanto sufrimiento que yo creo que no tendría por que estar ahí. Siempre sufriremos, ya que la vida es dialéctica y sin las lágrimas tampoco hay sonrisas, pero tampoco hay que excederse en una única dirección.
Hoy comprendí que si deambulo entre grupos y gentes es porque quiero compartir con el mayor número de personas la felicidad, quiero aportar mi granito de arena, quiero darles lo que yo durante mucho tiempo anhelaba y no encontraba por ningún rincón. Cuando la tristeza fue mi guía.
Es por ello que no puedo conformarme con el aislamiento, con la lejanía, por lo que me muevo entre la gente, por lo que me agarro a todos, por lo que me agarro a la vida. Y quizá sea difícil de entender para algunas personas, pero necesito compartir toda mi fuerza y energía con quienes me rodean e incluso intentar alcanzar los que están aún más lejos.
Quizá todo esto parezca cursi, desmesurado, engreído, estúpido… califíquenlo como quieran, pero este es mi sentir, es la fuerza que me mueve y mi mayor deseo para esta vida sería poder hacer algo para mejorar al menos un poco este mundo para que todos lo podamos disfrutar, ser un poco más felices.
[tags]Dialéctica, vida, sentimientos, debate, dolor, risas[/tags]
Andrej, hermano, si tu superas de que forma los que estamos a tu alrededor, valoramos tu aportacion al mundo, tu energía, tu personalidad totalmenta original, tu risa contagiosa… El mundo necesita seguir contagiandose de esa risa. Me alegro tanto de que seas tu, de que existas. Para mi siempre seras un hermano, un compañero de batalla, un pedacito de hierba que brota entre el cemento.
Gracias brother, realmente agradezco tus palabras y sólo puedo decirte que el sentimiento es mutuo.
La verdad es que a veces siento que soy demasiado ingenuo, casi infantil en mis deseos, pero, ¿qué sería de nosotros sin sueños? Si matamos definitivamente al niño que hay en nosotros ya sabemos lo que ocurre, el mundo es como es porque los adultos son tan estúpidos que piensan que lo infantil no es deseable.
Un abrazo y gracias por tu amistad.
MAS QUE ME HAYA GUSTADO LO SENTI , AUN ASI ESTE OEQUEÑO TEXTO EN EL MOMENTO ADECUADO ES UNA GOTA , UNA GOTA QUE NO POR SER PEQUEÑA DEJA DE PRODUCIR LAS ONDAS MAS GRANDES EN EL ESTANQUE …
GRACIAS Y SAÑUDOS..