Disfruten pero sin olvidar…


Bethlehem

Qué es un diamante sino la lágrima de un niño, el grito estremecedor de un hombre al que le amputan una de sus manos, la muerte tiñe el color de la tierra, los nombres se borran con el viento, sólo queda la sangre que tiñe el agua con el que se limpia el diamante, es irritante que nadie lo pueda ver una vez que brilla en el dedo de alguna esposa recién casada.

Al futbolista que no se para a pensar ni un segundo en la pelota, a menos que ésta se acerque a su portería, le pagan millones, al niño cuyos dedos deformados a penas le sirven para realizar las tareas más básicas de su vida, le pagan una miseria, le explotan, le hacen trabajar en una situación infrahumana, pero su nombre no aparece en ninguna etiqueta de dicha pelota. No se llama Nike, pero bajo ese nombre está sepultada su alma.

Las prendas que nos ponemos no valen más que una mísera fracción de lo que pagamos por ellas, y una fracción aún más miserable del valor real es la que reciben quienes las cosen, mientras algún deportista, modelo o artista recibe millones por salir con esa prenda en alguna revista.

El petróleo que calienta nuestras casas es la sangre aún caliente de cientos de personas que corre por las venas de nuestro hogar. Pero nadie se para a pensar en todas las vidas que cuesta ese calor tan acogedor mientras cena en Noche Buena.

Minas desgarran piernas, brazos y vidas, se las venden los países desarrollados a los menos aventajados, pero luego les negamos las prótesis para sus miembros amputados. La vida no es tan pacífica como nos lo imaginamos mientras nos sentamos al lado de un árbol adornado y abrimos unos regalos que otras personas han fabricado, pero nunca tendrán.

El comercio justo es una utopía, algo tan cotidiano en nuestro mundo como el chocolate tiene una dura historia detrás. Mientras a nosotros nos endulza el paladar relajados en el sofá, hay muchas personas que se matan a trabajar, para que luego grandes empresas se nieguen a pagar. Grandes empresas venden las tabletas de chocolate, mientras los campesinos que cultivan el cacao no tienen oportunidad de probar ni un bombón.

En este mundo nosotros disfrutamos mientras otros mueren, lo que ocurre es que miramos para otro lado. Es evidente que no podemos llorar por todos y cada uno de los que sufren en este mundo mal estructurado, pero al menos seamos conscientes y valoremos lo que tenemos, valoremos cada bocado, cada sonrisa, cada regalo… Valoremos cada minuto en el que hayamos disfrutado porque no es algo tan normal y eso es lo que hay que recordar.

¿Qué tal si nuestro propósito para el nuevo año fuese hacer de este mundo un lugar mejor? Sería increíble que abriésemos los ojos, mirásemos al frente y viésemos todo lo que ocurre más allá del velo que nubla nuestra vista. No se trata de que no disfrutemos de las fiestas, se trata de que todos puedan hacerlo y no unos pocos. Alcemos nuestros puños y exijamos un mundo justo y equitativo para todos, hay suficiente para que todos podamos vivir dignamente, sólo hay que repartirlo correctamente.

[tags]Navidad, injusticias, explotación, muerte, desigualdades[/tags]

1 comentario en “Disfruten pero sin olvidar…

  1. Pues si hermano, y digo hermano porque la navidad es la celebración del nacimiento de un hombre que se atrevió a decir que todos los hombres somos hermanos. Ojalá que algún día, no muy tarde, todos caigamos contagiados de filantropía, padeciendo los síntomas de una empatía dolorosa, que nos impida causar mas daño. Como Earl Hikey, tachemos por fin nuestra lista y hagamos un ejercicio continuo de buen carma… el mundo seguirá girando, pero cada vez seremos mas, los que estemos en tu onda contagiosa. Feliz navidad hermano

Deja una respuesta

Introduce tus datos o haz clic en un icono para iniciar sesión:

Logo de WordPress.com

Estás comentando usando tu cuenta de WordPress.com. Salir /  Cambiar )

Foto de Facebook

Estás comentando usando tu cuenta de Facebook. Salir /  Cambiar )

Conectando a %s