Que el mundo está loco no es una novedad, pero que en un periódo de tiempo tan corto, se de pistoletazo de salida a unas guerras totalmente innecesarias, cuando aún no se ha dejado de lamentar víctimas en la guerra de Iraq, es una noticia abrumadora.
Nos espera un verano plagado de muertes, de sangre que se vierte a los rios y llega a los mares, y en el que nos sentiremos impotentes al ver que una vez más las víctimas de estos conflictos, son en su amplia mayoría personas de carne y hueso, poco preocupadas por la política pues no tienen tiempo para pensar en algo tan abstracto que no da de comer a sus familias. Pero por desgracia, aunque muchos no tienen ni idea de lo que es la política si quiera, ella es la razón de que muchas, pobres gentes, que luchan por sobrevivir, acaben bajo tierra.
Que desagradable es entender que aunque tú, como individuo, quieras vivir en paz, ocupándote de tí y los tuyos, sin inmiscuirte en conflictos, y tener una vida, con sus ya infinitos problemas, lo más tranquila posible, es posible que acabes muriendo por la explosión de una bomba que cae sobre tu techo mientras celebras el cumpleaños de tu hijo. Y todo, tan sólo, porque un (no tengo otra palabra) hijo de puta, político, decida entrar en guerra con el país en el que sobrevives como puedes, o porque quien dirige el país en el que procuras lo mejor para los tuyos, es quien satisface su ego putrefacto envidando a pobres diablos, con el cerebro carcomido a un enfrentamiento bélico asegurando la muerte de decenas, cientos, posiblemente miles de personas que no saben ni bien por qué estan muriendo.
Vivimos en un mundo de locos, en el que parece que unos pocos se empeñan en amargarnos la vida a todos.