El comunismo de conocimientos


[…]El imperativo de universalismo tiene raíces profundas en el carácter impersonal de la ciencia. No obstante, la institución de la ciencia es sólo parte de una estructura social más grande con la cual no siempre está unificada.

[…]Aun bajo presiones en contra, científicos de todas las nacionalidades se adhirieron a la norma universalista en los términos más francos. Fue reafirmado el carácter internacional, impersonal, virtualmente anónimo, de la ciencia. Como dijo Pasteur: «El sabio tiene patria, la ciencia no la tiene.»

[…]Restringir las carreras científicas sobre otras bases que la falta de competencia es perjudicar la promoción del saber. El acceso libre a las actividades científicas es un imperativo funcional.

[…]Por inadecuadamente que se le ponga en práctica, el ethos de la democracia comprende el universalismo como principio guía predominante. La democratización equivale a la eliminación progresiva de restricciones al ejercicio y desarrollo de talentos socialmente valorados. Los criterios impersonales de realización y la inestabilidad en las situaciones caracterizan a la sociedad democrática. En la medida en que persistan esas restricciones, se las considera como obstáculos en el camino de la democratización total.

[…]El «comunismo«, en el sentido no técnico y amplio de propiedad común de bienes, es un segundo elemento integral del ethos científico. Los resultados sustantivos de la ciencia son producto de la colaboración social y están destinados a la comunidad. Constituye una herencia común en que la ganacia del productor individual está severamente limitada. Una ley o teoría no es propiedad exclusiva del descubridor y sus herederos, ni las costumbres les conceden derechos especiales del uso y disposición. Los derechos de propiedad en la ciencia son reducidos al mínimo por razón de la ética científica. El derecho del científico a «su propiedad» intelectual se limita a la gratitud y la estimación que, si la institución funciona con un poco de eficacia, son más o menos proporcionadas a los aumentos aportados al fondo común de conocimientos. Los epónimos -por ejemplo, el sistema de Copérnico, la ley de Boyle– son pues, al mismo tiempo, un recurso nemotécnico y un medio conmemorativo.

[…]El concepto institucional de la ciencia como parte del dominio público está enlazado con el imperativo de la comunicación de los resultados. El secreto es la antítesis de esta norma; la plena y franca comunicación es su cumplimiento. Aun cuando no sirve a un motivo ulterior, se condena la ocultación del descubrimiento científico.

El carácter comunal de la ciencia se refleja también en el reconocimiento por parte de los científicos de que dependen de una herencia cultural a la cual no tienen derechos diferenciales. La observación de NewtonSi vi más lejos es porque estaba sobre los hombros de gigantes«- expresa a la vez el sentimiento de estar en deuda con la herencia común y el reconocimiento del carácter esencialmente cooperativo y acumulativo de las realizaciones científicas. La humildad del genio científico no es sólo culturalmente adecuada, sino que es consecuencia de advertir que el progreso científico implica la colaboración de las generaciones pasadas y presentes.

El comunismo del ethos científico es incompatible con la definición de la tecnología como «propiedad privada» en una economía capitalista. Los escritos actuales sobre la «frustración de la ciencia» reflejan este conflicto. Las patentes anuncian derechos exclusivos de uso y, con frecuencia, de desuso. La ocultación de la invención niega la explicación racional de la producción y la difusión científicas, como puede verse por la sentencia de un tribunal en el caso de Estados Unidos contra la American Bell Telephone Co.: «El inventor es un individuo que descubrió algo de valor. Es su propiedad absoluta. Puede sustrael al público su conocimiento…»

Es muy interesantes esto que expone el famoso sociólogo Robert K. Merton en el capítulo XVIII La ciencia y la estructura social democrática de Teoría y Estructura Social. Y es que la obligación moral de compartir la riqueza de la ciencia es un imperativo y no debería dejar de serlo jamás, así como puede aplicarse lo mismo al resto de expresiones culturales como pueden ser todo tipo de creaciones artísticas.

El hecho de privatizar y no compartir denota el caracter egoísta y antisocial de la persona que lleva a cabo dicha acción, la cual atenta contra el interés público que no es el que supuestamente representan unos cuantos políticos cuya afiliación a un bando concreto no es ningún secreto para nadie.

Las patentes son un claro atentado contra la libertad y el interés general de la sociedad, así como las medidas que se están llevando a cabo en la industria cinematográfica y musical, al igual que los libros que están sujetos a leyes de copyright que suponen un claro problema para muchos que necesitan fotocopiar extractos de diversos libros para ampliar su conocimiento, el cual está siendo atacado por varios bandos que pretenden poner barreras al saber y éste al alcance de unos pocos, manteniendo a la mayoría en un estado de ignoracia que se fomenta a través de la televisión y la emisión de programas del tipo Salsa Rosa.

Desde aquí quisiera expresar mi rechazo a la propiedad intelectual, a la restricción del saber, a las patentes y todo lo que atente contra la libre circulación del saber, del conocimiento y la cultura.

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