Han pasado 20 años


La explosión de la central nuclear de Chernóbil (Ucrania) obligó a evacuar a 350.000 personas de un área de 155.000 kilómetros cuadrados. De eso hace 20 años, y todavía hay una zona de exclusión alrededor de la instalación en la que la vida humana es imposible.
En la madrugada del 26 de abril de 1986, los operarios de la central llevaron a cabo una prueba de seguridad que, por culpa de una serie de errores humanos y técnicos, terminó volando uno de sus cuatro reactores. La explosión liberó a la atmósfera 200 toneladas de material nuclear, generando una radiación equivalente a la de 500 bombas atómicas como la de Hiroshima. Naciones Unidas calcula que 59 personas murieron por la radiación, aunque eleva la cifra final de fallecidos a causa de la radiación hasta 9.000. La ONG Greenpeace es más pesimista; cree que, en los próximos 15 años, serán hasta 67.000 las víctimas mortales de Chernóbil.

Yo nací en Alemania el 3 de abril de 1983, a los 6 meses de nacer comenzó un viaje cíclico que realizaría junto a mis padres hasta 1989 año en el que nos establecimos en Tenerife definitivamente. Nuestra fechoría consistía en estar los 6 meses del verano en Augsburgo, ciudad en la que vivía, periodo durante el que mis padres trabajaban y ahorraban algo de dinero y los 6 meses restantes, los del invierno, íbamos en caravana desde tierras germanas recorriendo toda Europa hasta llegar a Cádiz y de allí con el barco veníamos a Tenerife.

La mala suerte hizo que estuvieramos en Alemania ese 26 de abril de 1986, yo tenía tan sólo 3 años y 23 días y aún era inconsciente de la gravedad de lo acontecido en la central nuclear de Chernóbil, pero si recuerdo como cambió mi vida debido a esa explosión. Dado que la nube tóxica llegó a gran parte del territorio Europeo, estando Alemania entre los países más afectados no era una cuestión que pudiera ignorarse fácilmente.

Después de la explosión recuerdo que mi madre me vestía de tal manera que la mayor parte de mi cuerpo estuviera protegida y tapada, incluso me ponía un pañuela en la cabeza para que de alguna manera la radiación que llegaba a través de las lluvias no me llegara directamente a la piel. Pero no sólo procurábamos exponernos lo menos posible a la radición que de todas formas estaba en todo y en cualquier lugar, sino que también recuerdo como nosotros y el resto de nuestros vecinos nos descalzábamos y desvestíamos delante de la puerta de casa, para no introducir en ella más radiación de la que ya habría dentro de la misma.

Yo me crié entre personas preocupadas por el medio ambiente, votantes del partido verde, personas que luchaban por la paz y por un mundo mejor, entre los que estaban mis padres claro, y en todo este sector hubo una tremenda preocupación por los hijos e hijas. Digo en este sector porque como siempre sucede había muchas personas que ignoraban totalmente las consecuencias nefastas que podía traer la toxicidad que había en el ambiente y la exposición a la misma. Nuestros padres, los mios y los de mis amigos, cuyos progenitores también pertenecían a la misma corriente que los mios, se preocupaban mucho por nuestra alimentación y más aún durante aquella época. Nos alimentaron con productos de herbolario que eran importados de lugares a los que se suponía que la nube tóxica no había alcanzado o lo había hecho de una manera casi imperceptible. Claro está que la fruta, la verdura, y demás productos de herbolario en aquella época subieron más aún de precio, el cual de por si ya es bastante elevado, por lo que no fue fácil para nuestros padres, ninguno de ellos con un salario precisamente elevado, alimentarnos con dichos productos, quedando ellos obligados a comer la verdura contaminada que mal crecía en las tierras europeas tras la explosión de Chernóbil.

Recuerdo que ya no podía jugar en los cajones de arena (sandkisten; son una especie de parquito lleno de arena para que jueguen los niños, a falta de playas…) porque la contaminación había arrasado con todo. Los parques se desertizaron, ya no había niños que jugasen en ellos, nuestras risas desaparecieron de las calles que quedaron tristes y mudas bajo el efecto contaminante de uno de los inventos más detestables del ser humano, las centrales y bombas nucleares.

Lo curioso fue que cuando llegó el momento de venirnos a Tenerife, que además fue razón para salir disparados de Alemania para huir de la radiación, al llegar a la isla, tristemente fuimos testigos de algo que muestra la frialdad de los comerciantes. Los supermercados de la isla estaban llenos de fruta y verdura importada de las zonas expuestas a la radiación, y por su bajo coste y la desinformación de las personas, eran todo un éxito de mercado. Podríamos, por hacer una broma que más bien sobra, decir que los habitantes de Tenerife se estaban alimentando a base de Tomacos (tomates radioactivos mezclados con tabaco, creados por Homer en un capítulo de los Simpsons que creaban adicción). Pero no es una cuestión para tomarse a risa.

A continuación expongo unos datos de un artículo acerca de las consecuencias de la explosión de Chernóbil, que son terriblemente reveladores.

La Agencia Internacional de la energía Atómica (OIEA) y la Organización Mundial de la Salud (OMS) emitieron un informe que rebajaba drásticamente el número de muertes causadas por la explosión nuclear, y que se centraba en las tres repúblicas ex soviéticas más afectadas: Bielorrusia, Rusia y Ucrania. Los eurodiputados verdes sostienen, sin embargo, que más de la mitad del veneno nuclear que liberó la central de Ucrania acabó fuera de estos tres países y en suelo europeo-occidental. Para ello, se valen de imágenes tomadas por satélite de la nube tóxica que los días posteriores a la tragedia recorrió Europa, compuesta por elementos como el cesio 137, con una vida media de 30 años.

«Las concentraciones más altas de nucleidos volátiles y de partículas de combustible se dieron en Bielorrusia, Rusia y Ucrania. Pero más de la mitad del total de la cantidad de emisiones de Chernóbil se depositó fuera de esos países», dice el estudio de 90 páginas, titulado El otro informe de Chernóbil, que maneja datos recopilados por la Comisión Europea en 1998. La antigua Yugoslavia, Finlandia, Suecia, Bulgaria, Noruega, Rumania, Alemania, Austria y Polonia habrían recibido cada uno más de 10 becquereles (Bq, unidad de medida de la radiactividad) de cesio 137, siendo 600 Bq, el límite establecido por la UE para el caso de los alimentos.

«Cerca de 3.900.000 kilómetros cuadrados de Europa (una superficie similar a ocho veces la de España) quedaron contaminados por cesio 137 (por encima de 4.000 Bq/m2), el 40% de la superficie de Europa», indica el texto del informe, que además especifica que el 2,3% del territorio europeo recibió dosis de contaminación más elevada. Este último dato, es precisamente el que reconocen la OMS y la OIEA. Austria fue el país más expuesto a la nube radiactiva, mientras que en Finlandia y en Suecia quedó contaminado el 5% de su territorio. En niveles inferiores de contaminación, Alemania, con un 44% de sus tierras contaminadas y el Reino Unido, con un 34%, fueron de los países que salieron peor parados de la vieja Europa. España no figura entre los países afectados por la nube tóxica.

Después de 20 años sigue siendo duro pensar en lo ocurrido y recordar. Y aún así podemos decir que la mayor parte de los habitantes del territorio Europeo somos unos afortunados si miramos a todos esos niños que han nacido en las inmediaciones de Chernóbil y cuyo destino es vivir desde la infancia con enfermedades crónicas y cancerígenas que les llevan a una muerte, en la mayoría de los casos prematura.

Esto nos sirve para recordar que la lucha contra las centrales nucleares y sus residuos sigue siendo de indiscutible actualidad e importancia.

Información obtenida en el País en los artículos: «Un santuario en la zona prohibida de Chernóbil» y «Europa sufre las heridas de Chernóbil 20 años después»

1 comentario en “Han pasado 20 años

  1. me parece inhumano que ya pasado 45 años los siguen marginando los mismos japoneses eso que los malditos de los ee.uu son pedaso de basura y si a ellos se les ubiera tirado esa bonba ….¿que arian ?son unos malditos son personas q no tienen corazon

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